Las nuevas restricciones del Banco Central de Cuba están destinadas a promover las transacciones digitales y controlar la inflación, pero enfrentan escepticismo y preocupaciones en el sector privado y podrían tener repercusiones significativas en la economía y la población cubana.
El temido y odiado corralito financiero parece haber llegado a Cuba, un país donde su gente a menudo se pregunta si tocará aún más a fondo, y que parece haber encontrado la respuesta con la reciente decisión del Banco Central de Cuba de limitar las extracciones diarias de dinero.
En un intento por mitigar la actual crisis económica y frenar la inflación desenfrenada, el Banco Central de Cuba ha promulgado normas que prohíben el uso de cajeros automáticos tanto a empresas estatales como privadas y limitan las transacciones en efectivo entre ellas, señala desde La Habana un despacho de la agencia Reuters.
Reuters señala que la nueva normativa, que entró en vigencia el jueves, restringe las transacciones en efectivo a un máximo de 5000 pesos y se implementará gradualmente durante un período de seis meses.
El medio destaca además que el gobierno espera que esto impulse el uso de pagos electrónicos y aumente la confianza en el sistema bancario cubano, un país donde la crisis económica ha provocado escasez de bienes esenciales y una disminución de la confianza en el sistema bancario estatal.
Pero, ¿qué son 5 mil pesos diarios? Nada. O muy poco. Es el equivalente a unos $22 dólares en el mercado informal de la isla.
La medida ha sido calificada por algunos críticos como una especie de «corralito», en referencia a la restricción del acceso a los activos bancarios.
El diario El Nuevo Herald destaca por su parte que el gobierno continúa fijando el valor del dólar a 24 pesos por 1, mientras que para ciertas empresas, turistas y residentes, el valor es de 120 pesos por 1 dólar estadounidense; mientras que ha fijado la inflación en Cuba en un 45% en lo que va del año. Sin embargo, acota Reuters, muchos economistas creen que la tasa real es mucho más alta debido a la expansión del mercado informal, concluye diciendo la agencia.
Para un país que lleva dando «bandazos económicos» desde hace ya varios años, la lógica de la población es esta: el gobierno es incapaz de hacer cumplir lo que se propone.
Téngase en cuenta que para un país desconectado, donde la falta de combustible para la generación de electricidad, impone apagones prolongados de hasta más de 12 horas diarias, estas medidas están condenadas al fracaso, o al menos a provocar escepticismo, debido a la falta de infraestructura bancaria y digital en una isla, no preparada para dar este salto «tecnológico».
El Herald detalla muy bien este problema al decir que los bancos en la isla, ya enfrentan dificultades de capacidad y fallas frecuentes en las aplicaciones de transferencias de dinero.
La decisión busca controlar la devaluación del peso
Sin embargo, estas restricciones están generando preocupaciones en el sector privado. Las nuevas medidas implican que las empresas privadas solo podrán retirar una cantidad mínima de efectivo, 5,000 pesos cubanos, para pagos relacionados con bienes y servicios contratados entre todas las «entidades económicas», incluyendo empresas estatales y pequeñas empresas privadas, cooperativas y trabajadores por cuenta propia. Esto incluye también los pagos de salarios y otros beneficios a empleados. Transacciones por encima de ese límite deberán realizarse mediante pagos digitales u otras soluciones bancarias, apunta la nota escrita por la periodista Nora Gámez.
Todo esto ha generado gran preocupación entre la población, pues los pequeños negocios privados, que son a la postre los que están sosteniendo los servicios en la isla, no podrán usar sus pesos cubanos para comprar dólares en el mercado informal. De igual modo, se teme una disminución de las importaciones del sector privado. Sector que , en un contexto donde el gobierno imprime más pesos debido a una alta inflación, el efectivo que retiene el dinero circulante que no vuelve a las arcas del gobierno debido a la escasez de bienes disponibles en las tiendas estatales, y que obliga al país a cada vez imprimir más billetes.
El Nuevo Herald apunta que las pequeñas y medianas empresas privadas, conocidas como «pymes», operan bajo controles y regulaciones excesivas, y el gobierno no les vende dólares. Sin embargo, algunos expertos consultados creen que las empresas privadas encontrarán formas de eludir las nuevas regulaciones, como han hecho con otras medidas del gobierno que han resultado difícil de hacer cumplir.
Los críticos de la medida temen que esto lleve al cierre de algunos negocios privados y que los precios de los productos aumenten, afectando especialmente a los sectores más vulnerables de la población.
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