Boteros en la mirilla. Amenazan con confiscar autos si elevan precio del pasaje

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El régimen sostiene que ha preservado los precios mayoristas del combustible para los boteros con el objetivo de evitar un incremento en los costos de los servicios que ofrecen, pero ¿significa eso que se les dará todo el combustible que ellos necesiten sin necesidad de que estos tengan que comprar un extra en el mercado informal?

En un contexto de creciente tensión económica en Cuba, el gobierno ha lanzado una advertencia severa a los transportistas privados, conocidos popularmente como «boteros». El primer ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, ha amenazado con medidas extremas, incluida la confiscación de vehículos, contra aquellos que decidan aumentar los precios del pasaje, exacerbando la ya crítica situación del transporte en la isla.

Esta medida se produce en un momento en que Cuba enfrenta una profunda crisis económica, marcada por la escasez de combustible y el aumento desmedido de los precios de este insumo esencial. La reciente implementación de un aumento de hasta el 500% en los precios del combustible ha generado una ola de preocupación entre la población y los transportistas privados, quienes ven amenazada su capacidad de mantener operativos sus servicios sin ajustar las tarifas que cobran a los usuarios.

El gobierno, por su parte, sostiene que ha preservado los precios mayoristas del combustible para los transportistas privados con el objetivo de evitar un incremento en los costos de los servicios que ofrecen. Sin embargo, esta medida parece insuficiente ante la magnitud del aumento de los precios del combustible y la consecuente inflación que golpea al país.

La amenaza de confiscación de vehículos no es la única medida anunciada por el gobierno para enfrentar la situación.

También se ha hecho un llamado a la eliminación de la «blandenguería» en el enfrentamiento a la posible subida de precios, en un intento por controlar una economía que se tambalea ante la escasez de divisas, el déficit fiscal y una inflación galopante.

La reacción de la población y de los transportistas ante estas medidas ha sido de escepticismo y preocupación. Muchos dudan de la efectividad de las amenazas gubernamentales para controlar los precios, especialmente en un contexto donde la escasez de combustible se ha vuelto una constante.

La paralización temporal en la venta de combustibles y la entrada en vigor de nuevas tarifas han contribuido a un panorama aún más incierto para el sector del transporte privado, que ya enfrentaba severas limitaciones en su infraestructura y recursos.

El humorista cubano Ulises Toirac ha reflejado el sentir general de la población ante el aumento del precio del combustible, describiendo la situación como «mikimbin» (caótica), y señalando cómo este incremento afecta no solo al transporte, sino también a otros aspectos de la vida cotidiana en la isla, desde la electricidad hasta la alimentación.

En medio de este escenario, el salario mínimo en Cuba ha visto reducida su equivalencia a apenas 6,66 USD, dejando a millones de cubanos por debajo del umbral de la pobreza extrema. La situación del transporte en Cuba, por tanto, no es un problema aislado, sino un reflejo de una crisis económica más amplia que afecta a todos los sectores de la sociedad cubana.

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