Tan solo en los últimos cuatro días, el número de balseros cubanos detenidos antes de desembarcar, procesados después de haber desembarcado, devueltos a la isla, y rescatados en alta mar, hace sin dudas creer que pudiéramos estar en los comienzos de una nueva crisis migratoria.
La crisis socio-política-económica en la isla es el detonante principal de la creciente desesperación de los cubanos por escapar de su país, y en los últimos cuatro días al menos cuatro grupos numerosos de balseros cubanos han sido noticia en los medios del sur de la Florida.
El por ahora último de ellos, es un grupo de 18 balseros cubanos que logró desembarcar en una isla deshabitada en los Cayos de Florida el pasado 23 de abril.
Los balseros, compuestos por hombres y mujeres de diversas edades, fueron encontrados por agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, junto con oficiales de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) y la Guardia Costera del Sudeste.
A pesar de estar en condiciones de salud estables, los migrantes mostraron signos evidentes de agotamiento después de haber superado una ardua travesía marítima en una embarcación precaria.
Sin embargo, como explicábamos, este evento no es aislado, sino parte de un aumento significativo en el número de migrantes que intentan llegar a Estados Unidos a través del peligroso Estrecho de la Florida.
Balseros cubanos inundan las aguas en el mes de abril
El incidente en Cayo Largo es solo un ejemplo de los múltiples casos de balseros cubanos interceptados o detenidos en las últimas semanas, lo que refleja un aumento en los intentos de cruzar a Estados Unidos.
El pasado 19 de abril, la Guardia Costera de EE.UU. repatrió a 19 balseros cubanos a su país tras interceptarlos cerca de Key West, Florida. Los migrantes, que incluían 17 hombres y dos mujeres, habían salido de Cuba en una embarcación mixta de vela y motor.
Después de navegar durante aproximadamente nueve días bajo condiciones climáticas adversas, fueron interceptados y posteriormente devueltos a Cuba, según informó también el Ministerio del Interior de Cuba.
El pasado domingo 21 de abril, el crucero Carnival Paradise, en su ruta desde Tampa, Florida, a Roatán, Honduras, rescató a 27 balseros cubanos que estaban a la deriva en alta mar.
La tripulación del crucero, al notar a los balseros haciendo señales de socorro, desvió su curso para llevar a cabo el rescate. Los migrantes, visiblemente agotados y en una embarcación precaria, fueron subidos a bordo donde recibieron comida y atención médica.
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Un día después, la Patrulla Fronteriza de EE.UU. detuvo a 21 balseros cubanos que habían desembarcado en Cayos Marquesas, Florida.
Estos migrantes, interceptados durante un patrullaje rutinario, fueron encontrados en unas islas deshabitadas a aproximadamente 50 kilómetros al oeste de Key West.
Los agentes, con apoyo de la Fuerza Especial de Seguridad Nacional del Sureste, procedieron a poner a los migrantes bajo custodia y iniciar los procedimientos de deportación.
Esta ola de migración se atribuye a la creciente desesperación de muchos cubanos que buscan escapar de una prolongada crisis económica y social bajo el régimen actual en Cuba y la desesperación de aquellos que se arriesgan a realizar peligrosas travesías en busca de un futuro mejor.
Las políticas de inmigración de Estados Unidos están diseñadas para manejar el flujo de migrantes de manera segura y ordenada, insistiendo en que sus fronteras no están abiertas a la inmigración ilegal.
Los migrantes capturados en el mar son normalmente repatriados a Cuba, una práctica que ha sido tanto efectiva como controversial.
Mientras tanto, las autoridades y los servicios de rescate se mantienen alerta ante el incremento de actividades migratorias que no sólo plantean un desafío logístico y humanitario, sino que también ponen en riesgo las vidas de los implicados en estas precarias travesías por el mar.
