La plataforma Justicia 11J pidió a la prensa extranjera en Cuba, a los periodistas extranjeros radicados en Cuba, «hacer su trabajo» y dejar a un lado el presunto contubernio, el presunto acatamiento de «orientaciones» y el aplatanamiento del que han hecho gala durante años todos ellos en la isla.
A algunos podrá parecerle «insolente» que se le pida – no exija, que es distinto – a los corresponsales extranjeros en Cuba que hagan su trabajo, o que lo hagan con decencia y decoro, pero la libertad de prensa y de opinión es así, y Justicia 11J lo sabe.
No es nada nuevo. Esta «historia» tiene antecedentes. En más de una ocasión a los corresponsales extranjeros en la isla se les ha pedido que cubran la realidad cubana sin tanto idilio, y los corresponsales se han visto entre la espada y la pared.
Antecedentes del trabajo de la Seguridad del Estado contra la prensa extranjera en Cuba
No tiene nada que ver con los pinchazos recibidos por el fotógrafo Ernesto Mastrascusa a manos del llamado «Agente Agujita» durante su cobertura a la presencia de la cantante Rihanna en la isla.
O con los empujonazos recibidos por Roberto León, camarógrafo de NBC en similar fecha.
Si ya esta situación se vislumbraba «compleja» en el 2015, la situación con los corresponsales extranjeros, especialmente, al parecer, los fotógrafos, se fue de control en julio del 2011.
El 11 de julio el fotógrafo de AP Ramón Espinosa fue golpeado durante la cobertura de las protestas históricas en la isla. Un hecho que fue denunciado por la ex corresponsal de EFE en La Habana, Lorena Cantó.
Meses antes, un funcionario ideológico del PCC en La Habana, visiblemente exaltado, estuvo a punto de golpear a una periodista, cubana, que trabaja para la agencia AFP, quien soportó estoícamente a centímetros de ella gritos de «Que se vaya la escoria» y «Viva Fidel»
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Sin embargo y a pesar de estas evidencias de que la prensa extranjera se le impide – incluso con violencia – hacer su trabajo en Cuba, los cubanos siempre han creído que tanto el corresponsal de CNN en La Habana, Patrick Oppmann, como Andrea Rodríguez, la de AP, parecen estar «aplatanados» en la isla.
Es decir: identificados o «complacientes» con hacer un tipo de trabajo que resume «lo sucedido» pero sin entrar en exponer críticas más severas sobre el contexto que rodea el hecho. Andrea ha sido fustigada fuertemente por eso, e incluso recientemente, al referirse a los apagones en Cuba dijo «desconocerlos», y otra vez los cubanos se molestaron con ella.
Los cubanos sienten que la prensa extranjera en Cuba está fallando. Está encubriendo aspectos muy polémicos e importantes de la realidad cubana.
De hecho, por ejemplo, no esta cubriendo los juicios a los cubanos detenidos tras el 11J.
Los cubanos sienten que la prensa extranjera no ha cubierto, siquiera, los hechos colaterales a las detenciones, juicios y encarcelamientos.
Los cubanos siente que la prensa extranjera ha entrado en algún tipo de acuerdo con el gobierno para no ser críticos con Bruno Rodríguez, por ejemplo, en las conferencias de prensa. Y que por ejemplo, ningún corresponsal de la prensa extranjera – al menos se pudiera mencionar un ejemplo – ha entrevistado a los cientos de madres que tienen sus hijos presos en las cárceles con posterioridad al 11 de Julio.
Los cubanos saben que ni Oppmann, ni Rodríguez, ni AFP, ni AP, ni CNN han entrevistado, por ejemplo, a Bárbara Farrat.
Toda la cobertura noticiosa la han hecho periodistas independientes cubanos. Jóvenes en su mayoría. Sin recursos, sin credenciales, sin amparo. Periodistas como Héctor Luis Cocho, que recientemente fue prácticamente desterrado de Cuba.
Los cubanos sienten que los miembros de la prensa extranjera en Cuba no lanzaron – por ejemplo – ni un minúsculo gesto de solidaridad con el colega expulsado.
Prensa Extranjera y el 11J en Cuba
Visto todo esto en contexto, es comprensible entonces el llamado hecho por la plataforma en Facebook Justicia 11J
Nadie como Justicia 11J para detallar y documentar los cientos – casi miles – de casos de presos políticos en Cuba tras las protestas del 11 de julio.
Así que, que haya adjuntado una foto donde se destaca en negritas y en mayúsculas la frase HAGAN SU TRABAJO y después haya colocado debajo las siglas AFP, AP, REUTERS y EFE, es más que indicativo de lo mal que lo está haciendo la prensa extranjera en Cuba, que a menudo cubre «eventos de paladares» y «cubanos caminando por el malecón», básicamente; amén de alguna cobertura relacionado con la visita de líderes políticos a la isla.
No hay que ir a la Universidad, siquiera a la escuela, para saber que, detrás de este post existe una denuncia muy fuerte con relación al pálido trabajo que está realizando la prensa extranjera en Cuba.
AFP, por ejemplo, pudiera explicar qué sucedió con su fotógrafo el 11 de julio. Si algún agente de la PNR fue acusado o se encuentra bajo investigación tras la agresión física a su reportero.
Está claro que mantener la corresponsalía en La Habana escapa de la voluntad de ellos.
Cualquier cubano pudiera entender que, en medio de la crisis económica que impacta la isla desde hace décadas, que un coterráneo trabajador de algún medio extranjero en Cuba quiera mantener su trabajo y pague con su silencio.
Lo que los cubanos nunca podrán entender es por qué un extranjero tiene que callar también.
Algo tiene que existir debajo del tapete para que la prensa extranjera en Cuba haya dado atisbos de existencia periodística por última vez el pasado 15 de noviembre.
Después de ese día, todo ha sido muy gris. Justicia 11J lo sabe.
Y el pueblo cubano también.
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