La falta de equipaje no pudo interrumpir boda de canadienses en Cuba

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Los deseos de casarse de una pareja de canadienses residentes en Ontario eran tan grandes, que ambos decidieron seguir adelante con el plan original de la boda en Cuba, incluso después de conocer que la aerolínea Sunwing había dejado el equipaje de ellos en Canadá.

Y no hablamos de «un equipaje cualquiera». No. Dentro de las maletas venía el traje de la novia.

También venía el atuendo del novio, los adornos para engalanar el recinto. Sin embargo, dicen estos canadienses que la amabilidad de los extraños en Cuba fue tal, que aunque no tenían vestido de novia, ni atuendo ni adornos, ellos decidieron celebrar su boda.

Era un día especial. Lo habían planificado todo. Planeado que la boda se celebrara en Cuba, pero no contaban con que Sunwing, la aerolínea, les estropearía parte del plan a estos canadienses. Sí, porque no pudieron arruinarlo integramente.

“Simplemente decidimos seguir adelante con eso. Quiero decir que era solo ropa, lo digo de una manera ligera. Me iba a casar con ella a pesar de todo”, dijo Allan Mcleod, el novio, sobre los planes de su boda con Deanna Correia.

Ambos habían viajado desde Innisfil, Ontario, a Cayo Santa María, al norte de la provincia de Villa Clara, Cuba, para hospedarse y casarse en el hotel Grand Sirens. Sin embargo, las maletas donde empacaron el vestido de novia, el atuendo para la fiesta de bodas, las decoraciones y más, nunca llegaron.

Y sí, también el traje de novio quedó en Canadá.

“Esperamos, vuelo tras vuelo, pero nuestro equipaje no venía”, dijo Mcleod a Global News al recordar el suceso.

Para él fue fácil. En una tienda encontró una camisa. Alguien le regaló unos pantalones.

También fue fundamental la actitud de la coordinadora de la boda en el hotel. Esta mujer dedicó sus energías a conseguir lo demás.

Porque, claro, como dijimos, estos canadienses, después de una relación de 4 años y con todo planificado para casarse en Cuba, decidieron continuar con la boda, con o sin el equipaje.

La coordinadora consiguió varios vestidos de novia, hasta que uno le quedó perfecto a la novia. Ya con eso, todo lo demás iba a ser más fácil.

“Probablemente había alrededor de 150 huéspedes en el hotel, todos alineados en la playa animándonos porque conocían nuestra historia”, dijo Deanna. “Así que ver a todas esas personas saliendo a apoyarnos fue muy conmovedor”.

Esta amabilidad de extraños, familiares y amigos que pudieron caminar por el altar fue lo que hizo posible la boda.

Entre todos juntaron, desde artículos de tocador hasta maquillaje y todo lo que su fiesta de bodas e invitados necesitaban.

“Fue una especie de esfuerzo de todos aquí en el resort, el personal y otros huéspedes para tratar de darnos algo que ponernos”, dijeron al medio canadiense.

“Hubiera sido bueno tener las cosas para las que nos preparamos todo este tiempo. Pero al final del día, lo logramos”, dijo Deanna.

“Si tienes a la persona adecuada a tu lado, puedes superar cualquier cosa.

​​Ambos se encuentran aún de vacaciones en Cuba, y lo estarán durante la próxima semana.

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