Este Primero de mayo será histórico en Cuba. Y no precisamente por la connotación que siempre se la ha dado a esa palabra desde el oficialismo. Será histórico ni más ni menos porque el gobierno se vio obligado a reducir el desfile de apoyo al sistema a la llamada Tribuna. Lo hicieron por falta de recursos y han convocado a cubanos de distintos municipios de la capital.
Nuevamente La Plaza de la Revolución será un desierto el Primero de Mayo, una fecha en la que el gobierno se jactaba de ver desfilar a miles y miles de personas por todas las calles de la capital hasta desembocar en el corazón de la explanada. La primera vez fue durante las restricciones por la pandemia de Covid 19. La segunda el pasado 2023 por la falta de combustible. Pero hay una pregunta que se impone. ¿La decisión de trasladar el desfile solamente responde a la escasez de recursos o tiene también otro trasfondo?
La celebración ocurre en medio de una grave crisis y con el recuerdo de protestas muy recientes en varios puntos de la capital y el reconocimiento de posibles nuevas manifestaciones en el cercano verano. O sea, quizá las autoridades se sumaron al viejo dicho de que es mejor prevenir antes que lamentar y decidieron, para evitar mayores aglomeraciones con las consabidas y posibles consecuencias, reducir la celebración a una masa de trabajadores controlada y quizá hasta bien seleccionada. Lo cierto es que la fecha pasará sin penas ni glorias en un país devastado por la crisis.
Por otro lado no deja de ser verdad que miles de cubanos aprovechaban ( aprovechan) el primer día de mayo para irse de parranda después de “marcar” en el desfile. Ponían “ el rostro” para la foto y después se empinaban varias cervezas junto a colegas de trabajo y amigos. La fecha era ciertamente una fiesta, pero la verdadera celebración no ocurría en La Plaza ante los ojos escudriñadores de Fidel Castro que se vanagloriaba del apoyo de su “pueblo trabajador”. Era más bien una celebración etílica. Y de las buenas.
“El Primero de Mayo ya no es lo que era”, dirán algunos nostálgicos de la revolución en la post revolución, cuando los trabajadores ven en sus propias caras cómo el capitalismo está creciendo en la isla y está realmente apuntalando la frágil economía socialista, para llamarla de alguna forma.
El crecimiento de las Mypimes es imparable como imparable parece ser la crisis que dio lugar a estos florecientes negocios privados. Ante este contexto, al que se agregan los salarios que no alcanzan ni para un buen paquete de pollo, no parece que los trabajadores tengan muchas razones para celebrar. O sí. Posiblemente muchos alcen las banderitas frente a los ojos de Raúl Castro y Canel y den las respectivas declaraciones de apoyo a la revolución porque saben que después de la foto hay un tiro de lager dispensada al doblar de la esquina.
