Cuba apuesta por el turismo chino para levantar su PIB y superar pobreza y apagones

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La implementación efectiva de esta estrategia requerirá mejoras continuas en infraestructura, servicios y estabilidad política y económica que Cuba actualmente no posee.

El tiempo dirá si esta apuesta puede traducirse en una verdadera transformación económica para Cuba o si será otro capítulo en el desafiante panorama económico del país.

En medio de una crisis económica y energética prolongada, el gobierno cubano ha puesto sus ojos en el turismo chino como una estrategia clave para revitalizar su economía. Este enfoque se presenta como una solución potencial no solo para mejorar el Producto Interno Bruto (PIB) del país, sino también para abordar problemas crónicos como la pobreza y los frecuentes apagones que afectan a la isla, con la compra de petróleo.

Cuba, que recientemente ha sido clasificada entre los tres peores países en términos de crecimiento del PIB según la CEPAL, enfrenta desafíos económicos significativos que se han exacerbado por la pandemia y las sanciones internacionales.

La isla se encuentra en el top tres de los peores países de la región en despeño económico durante el 2024, y es probable que no alcance siquiera el magro 1.7% que se había dado a finales de 2023.

Según los pronósticos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la previsión de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para Cuba apenas alcanzará un 1.3%, y está muy por detrás del 3% del PIB proyectado por el propio régimen castrista, en boca del defenestrado y presuntamente corrupto Ministro de Economía, Alejandro Gil Fernández.

Cuba es el tercer país de América Latina y el Caribe con peor desempeño económico; solo superado por los contraídos Argentina (-3.1) y Haití (-2.0); y por debajo de su rival túrístico en el área; el país que le ha robado el turismo ruso: República Dominicana (con 4.5%).

Tal vez resignados a los rusos, es que el gobierno cubano aspira a revitalizar la economía mediante un incremento la atracción de turistas chinos, uno de los mercados de turismo más grandes y de rápido crecimiento en el mundo; conocedores de que además las exportaciones de tabaco torcido, níquel y cobalto, azúcar crudo y ron no le bastan para soliviantar la crisis económica que enfrenta la población cubana, cuyo efecto más nocivo es la devalución de su moneda local frente al euro y el dólar, y los molestísimos apagones.

Turismo chino un componente crucial en la estrategia de recuperación económica del país.

El gobierno cubano ha reconocido desde los años 90 del pasado siglo el «efecto multiplicador» que el turismo tiene sobre otras sectores de la economía, especialmente en áreas como el transporte, la gastronomía y el comercio. La llegada de turistas no solo genera ingresos directos a través de gastos en alojamiento y servicios, sino que también crea empleos, aumenta la demanda de productos locales y fomenta la infraestructura de desarrollo.

Sin embargo, desde esa misma época y posterior aún, con la buena voluntad de la administración Obama en los EE.UU. , la alta dirigencia en Cuba ha reconocido que debe mejorar su infraestructura – energética sobre todo – para soportar un aumento en la actividad turística.

Los apagones, que han sido una constante frustración tanto para los residentes como para los negocios, incluidos los orientados al turismo, parecen ser ahora un foco principal de las inversiones del gobierno; pero la solución no está al doblar de la esquina.

La decisión de centrarse en el mercado turístico chino también pudiera estar motivada por el comportamiento de gasto de los turistas chinos, quienes son conocidos por sus elevados niveles de consumo durante sus viajes.

El país caribeño sin embargo, ha priorizado desde hace ya varios años el establecimiento de circuitos prioritarios de energía para los hoteles, así que a no ser que ocurra un boom turístico y esto parece improbable, la infraestructura existente pudiera ser suficiente para acoger al turismo chino, canadiense y ruso, que son ahora mismo, junto con los cubanoamericanos, los que más están viajando a la isla.

Para ayudar en este proceso, ha aumentado la conectividad aérea entre China y Cuba, junto con las campañas de marketing dirigidas y la adaptación de los servicios turísticos para acomodar las preferencias culturales chinas. La apuesta de Cuba por el turismo chino representa una estrategia esperanzadora pero ambiciosa para enfrentar sus problemas económicos actuales, y ni siquiera la presencia de un barrio chino en La Habana y toda una comunidad descendiente de ciudadanos chinos es suficiente.

Este enfoque no está exento de desafíos y la caída del turismo canadiense en la isla es una demostración palpable del declive turístico en la isla.

El éxito de esta estrategia dependerá de la capacidad de Cuba para mantener una oferta turística atractiva y competitiva a nivel internacional, mientras gestiona las expectativas y las realidades de su infraestructura local, y ahora mismo Repúblia Dominicana parece estar captando todo el interés de los visitantes extranjeros.

La realidad conspira de manera pareja contra todos y entre todos. Cuba no es el único país interesado en el turismo del lejano oriente. La competencia regional por atraer turistas chinos es feroz, con países del Caribe y América Latina también intensificando sus esfuerzos para captar una parte de este lucrativo mercado.

Y contra todo eso debera luchar Cuba y rezar – sobre todo eso – para que los turistas encuentren lo que buscan y no sufran apagones.

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