Jorge Fernández Era le «responde» a Díaz-Canel

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Fernández Era es mejor periodista que muchos de los que le hablaron a Miguel Díaz-Canel «a chaquetón quitado». Sin embargo, nadie lo invitó a esa reunión, donde su voz se hubiese agradecido más que por ejemplo las belicosas palabras de Rosa Miriam Elizalde,.

Más que periodista y humorista, Jorge Fernández Era es un sociólogo con todas las de la ley; un hombre que conoce, vive y aquilata la realidad en que vive; que la juzga desde la imparcialidad y sin apasionamientos. Por eso leerle es aprender; aunque a Miguel Díaz-Canel, estoy seguro, no le gustará lo que Era acaba de decirle.

Pongamos las cosas en contexto. Estamos hablando de una reunión efectuada en días pasados y que luego de ser pasada por el filtro correspondiente, y vista por más de un ojo en el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, y analizada hasta la saciedad en el Departamento Ideológico, fue televisada ayer en el espacio de la Mesa Redonda.

Allí se dijeron cosas. Y cosas. Y cosotas. Y cosangas muy arrebatadas (ver «palabras» de Rosa Miriam Elizalde, por ejemplo)

Hasta ahora, lo más «duro» que ha trascendido han sido las palabras de la periodista cubana Lirians Gordillo, aunque un periodista como el cienfueguero Boris Luis García Cuartero, que no se ha cansado de coger palos en su vida, y de vivir sorteando la censura para hacer una grave denuncia, prefiera lo dicho por Cristina Escobar.

Pero para gusto colores; y las palabras de Jorge Fernández Era son un verdadero arcoíris que titula «La desinformación incomunicada«, y que encabeza diciendo: «No entiendes nada, Canel».

Nacen de lo visto ayer en boca de Díaz-Canel en esa Mesa Redonda; en la que dijo que hizo «un llamado al pueblo» porque le parecía «que era lo correcto».

«No me arrepiento ni me arrepentiré», manifestó Díaz-Canel sobre ese llamado hecho el 11 de julio a «salir a la calle» a defender la obra de la dizque Revolución, y que literalmente se convirtió en una patente de corso para que las fuerzas represivas repartieran palos a diestra y siniestra.

El problema de su discurso nace en buena medida de su negativa a, por ejemplo, haber conversado con los jóvenes que estaban en Damas 955. O aquellos que fueron al Ministerio de Cultura el 27 de noviembre. O los que fueron el 27 de enero. El problema de Díaz-Canel es ese: su tendencia a no escuchar y a no reconocer otras voces, tal y cómo se debe gobernar un país en el siglo XXI: reconociendo todos los actores políticos dentro de una sociedad siempre heterogénea.

Sin embargo, como el mandatario cubano no asimila que esas otras personas también tienen derecho, es que se ha expresado como se ha expresado; generalizando el discurso cuando dice «había que defender contramanifestaciones que no eran para nada pacíficas y eso es un cuento que han metido también» o cuando expresa: «es verdad que hemos cometido errores, que han existido trabas, han existido burocracias, han existido problemas, pero aquí hay mucha ‘obra’ también que defender”.

Díaz-Canel no reconoció, siquiera, la violencia policial, y lo llamó «manipulación». No reconoció, por ejemplo, la génesis pacífica de las protestas (comenzadas en San Antonio de los Baños), y de hecho afirmó que cuando él llegó a San Antonio lo que había en San Antonio no era pacífico y que cuando se empezó a enterar de las protestas en otras ciudades “lo que había en el resto del país no era pacífico”.

“¿Qué había que hacer, plegarnos y dejar que rompieran las vidrieras y que rompieran todo lo que quisieran?», se preguntó el gobernante. Lamentablemente nadie allí, ni Lirians Gordillo, ni Cristina Escobar, ni Adonis Subit Lamí, y muchísimo menos la siempre fiel y siempre interesada en escalar puestos, Rosa Miriam Elizalde, le dijo que si tal vez hubiese escuchado el clamor que se gestaba desde noviembre…

En eso, y en que «detrás de todo esto ha habido dinero», se sustenta la tesis del mandatario cubano, al cual responde excelentemente ahora Jorge Fernández Era. En eso y en que, según él, Díaz-Canel, las redes sociales están «manipulando las emociones».

«Nos están llevando a una posición de creer que todo lo que se ha hecho es malo, que nada sirve y que hoy todo es oscuro”, concluyó el gobernante, que evidentemente no podrá explicar nunca como calificaría como malo, regular o bueno, el hecho de que en un año y medio el país no haya previsto tener el oxígeno necesario para salvarle la vida a cientos de cubanos enfermos de COVID.

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Un análisis de la «respuesta» de Jorge Fernández Era al mandatario cubano

"Reúnete con los incómodos, con los inconformes, con los que portan como única fuerza palabra y pensamiento, no importa si este es diametralmente opuesto al tuyo".

Uno de los que debería ser escuchado, en sustitución, por ejemplo, de la cada vez más mediocre y complaciente con el poder Edda Díz Garcés, es Jorge Fernández Era, que lamentablemente se ha visto limitado a decir lo que piensa en Facebook; a tenor incluso, ahora, del decreto-ley 35.

Jorge Fernández Era lleva meses, enjuiciando con fina elegancia y conocimientos «los hechos de la Cuba actual»; uno por uno, sin apasionamientos. Sin embargo, nada de lo dicho por Jorge ha aparecido en un medio oficial; cuyos periodistas fueron a exigirle a Díaz-Canel ser cada día mejores.

La voz de Era ha quedado reservada para aquellos que tienen internet, y mucho harían los medios estatales en reproducir algunos de sus buenas reflexiones en Facebook, toda vez que muy pocos medios cuentan en sus nóminas con periodistas capaces de desmenuzar un problema, y volverlo a armar, como sin dudas Jorge Fernández Era puede hacer.

Su «respuesta» a Díaz-Canel es una clase magistral de todo lo que el mandatario pudo haber dicho y no dijo; sobre todo, que no debió justificarse. Que si accedió a estar allí, sus tertulianos debieron ser «más amplios»; incluir gente como por ejemplo, Juan Pin Vilar.

Lo que sucede es que Díaz-Canel, y esto lo entiende más que bien Jorge Fernández Era, ha decidido rodearse de voces complacientes y medianamente críticas. Así ha sido siempre en la isla; entre la gente que rodeó a Fidel Castro y Raúl Castro. Que se recuerde, no hay un caso, uno, de quien haya enfrentado a las bestias y haya podido vivir para hacer el cuento.

Los nombres de Marcos Portal y Carlos Dotres Martínez se recuerdan todavía como «ejemplos» de lo que puede sucederte si al mandatario no se le dice, lo que le gusta escuchar.

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