En un panorama tan polarizado como lo es el panorama cubano, un debate interesante ha surgido en las redes a raíz de las recientes protestas populares.
Nos referimos al papel de los que están fuera. Lo que dicen y hacen. Los que exhortan, apoyan y alientan. Los que empujan y cómo lo hacen.
Grosso modo los comentarios parecen ir en una vertiente y es esta: el papel que le corresponde a los que no están dentro de Cuba. ¿Tienen potestad para «inmiscuirse» en los acontecimientos que están teniendo lugar en la isla?
No pocos dicen que no, y echan mano al consabido «ven tú para acá»; al «trae un arma y álzate»; el «cómprate un pasaje», y entre unos y otros están los radicales, los consejeros, y los que claro, no se sienten con el derecho de «exigir» nada, pues ya viven fuera y/o no hicieron la tarea cuando estuvieron dentro de Cuba.
También están los que sí hicieron, y algunos han manifestado que, mientras estaban en la caliente, allá dentro, les sirvió de mucho el aliento que percibieron fundamentalmente en las redes sociales. Así que, si tú no sabes lo que se siente que te animen, mejor cállate, parecen concluir los de esta otra vertiente.
También están «los históricos». Aquellos que aluden a que, excepto la Guerra del 1868, las dos principales guerras en la historia de Cuba, se fraguaron fuera, refiriéndose así a la de 1895 y al Desembarco del Granma.
Lo cierto es que una sociedad sumamente polarizada surgen cuestionamientos interesantes como este otro: si yo, formo parte de ese gran por ciento de cubanos que contribuye con remesas al sostén de la economía cubana, ¿por qué no puedo alentar, opinar y exhortar a los míos a que reclamen sus derechos como corresponde?
Y también: si yo llevo años exigiendo que se me reconozca como exilio, que se me permita participar en las cuestiones fundamentales de mi patria y que otros exilios de otros gobiernos y países tienen, ¿por qué no puedo alentar, exhortar, empujar?
Estar fuera, vivir en otro mundo, le ha ofrecido a muchos cubanos la posibilidad de crecer en su activismo a favor de la isla. Posiciones hay muchas, pero a decir verdad, estas dos posiciones contrarias parecen converger en un punto. Si tú no quieres que lo demás hagan algo, no debes exigir cómo tienen que hacerlo.
En todo caso, habrá siempre de todo. Los que apoyan y los que callan. Los que orientan cómo, y los que exijen cómo. Los que se radicalizan en un extremo – a veces violento – y los que se posicionan en el otro, en el del diálogo; pero, en todo caso, la burla elitista y la aparente superioridad en lo que yo digo, no es ni será siempre la mejor de las razones.
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