Que muchos deportistas caen en el olvido tras su retiro, es una historia que ya no sorprende a nadie. Pero que una auténtica leyenda del boxeo, tricampeón olímpico y durante años el dueño absoluto de su división parezca haber desaparecido de la faz de la Tierra, como ha pasado con Félix Savón, despierta cuando más curiosidad. ¿Dónde escondieron a Savón?
Su nombre es inevitable en cada recuento olímpico sobre las proezas del boxeo amateur, en particular de esa escuela que dieron en llamar “el buque insignia del deporte revolucionario”, que solía asegurarle muchas medallas a Cuba en los eventos múltiples.
Sin embargo, el gigante guantanamero tenía un lado despreciable que acabó condenándolo no solo al ostracismo, sino también a la cárcel: en 2018, el inmenso pegador acabó en el Combinado del Este, la célebre prisión en las afueras de La Habana, acusado de una supuesta violación sexual de un niño de 12 años de edad.
El periodista independiente Abraham Jiménez Enoa reveló la información en su momento, cuando las autoridades y la prensa oficialista prefirió guardar el silencio, sobre todo para evitar el costo simbólico que traería el crimen de una figura representativa del llamado “deporte revolucionario”, y por ende, del gobierno mismo.
Según Jiménez Enoa, por entonces periodista de la revista El Estornudo, tras unos días en el “tanque” Savón fue trasladado, pero se desconoce a donde. Jamás se ha vuelto a saber de él. No se sabe si está todavía en prisión, o en su casa, con orden de mantener perfil ultrabajo…
Se cuenta que su familia y muchos de sus amigos cortaron con él al caer preso, avergonzados por la naturaleza del delito que le imputaban, del cual nadie parecía dudar, pues antecedentes habían…
Por ejemplo, en la prensa deportiva de la isla era famosa la anécdota de una supuesta encerrona que le hizo a un custodio del centro turístico El Cornito, en Las Tunas, y que dejó al descubierto ciertas preferencias del campeón. Savón, por cierto, estaba casado y tenía varios hijos, uno de los cuales hace pocos años también tuvo problemas con la justicia por raterismo.
Boxeador de gran pegada y fortaleza, al que le achacaban una mandíbula de cristal, Savón barrió el ring con cuanto rival se le enfrentaba en los escenarios internacionales. Solo en Cuba había par de “heavyweight” que le plantaban cara, pero igual los vencía con su técnica y pegada. Tras su retiro vivió un tiempo de “gloria del deporte cubano”, e incluso le dio por el arte abstracto.
Dicen quienes los vieron que sus cuadros eran grotescos, pero al menos en ellos se expresaba, sin mayores pretensiones. Pero cuando sus demonios lo llevaron por caminos más sombríos, al punto que las autoridades ya no podían hacer más la vista gorda, perdió todo lo que se ganó a fuerza de talento y trompones, y ya nadie parece recordarlo por el gran boxeador que fue. Si acaso, como un vulgar violador…
