El corralito cubano no difiere mucho de otros corralitos financieros ya aplicados con anterioridad, al menos en quién resulta el sector más perjudicado.
Aquí te explicamos por qué; pero piense, ancianos, tecnología, internet, tarifas de ETECSA…
En estos momentos se debate fuertemente en la isla la «utilidad» o eficacia del recientemente instaurado corralito financiero, una medida que golpeará sin dudas al llamado «cubano promedio» – o de a pie – aunque la mayoría de las opiniones coinciden en afirmar que serán los ancianos cubanos los que se las verán «más negras».
Este corralito cubano, una medida implementada por el gobierno de la isla, no difiere mucho de los diferente corralitos aplicados en otros países durante las crisis económicas, políticas o sociales. De todos los corralitos, tal vez el más notable fue el impuesto en Argentina, durante el Gobierno de Fernando de La Rúa, cuya intención era de que el dinero de los bancos no se fuera de las fronteras de Argentina, pero que terminó golpeando fuertemente a los más necesitados de ese país.
Igual se presume que sucederá en Cuba, aunque las intenciones del gobierno cubano no es que el dinero – los dólares – se vayan del país, sino que el CUP regrese a las arcas del gobierno.
La medida del corralito – cubano o no – se toma para restringir la retirada de dinero de los bancos y prevenir posibles colapsos bancarios; pero son medidas que tienen graves repercusiones en la economía y en los ciudadanos; que pueden golpear con especial dureza a los más vulnerables, incluyendo a los ancianos.
Las medidas de corralito pueden afectar a los ancianos de diversas maneras. En primer lugar, muchos ancianos dependen de sus ahorros y pensiones para subsistir. Las restricciones en los retiros de efectivo pueden limitar que accedan a sus fondos, lo que puede afectar su capacidad para cubrir sus necesidades básicas.
Además, los ancianos pueden ser menos capaces de adaptarse a estos cambios rápidos y drásticos en la economía.
El corralito cubano es la confirmación de la desconfianza en el sistema financiero y económico cubano, que puede traer aparejado riesgos adicionales como la pérdida de valor debido a la inflación.
Pero, en el caso cubano, ¿cómo opera esta «ecuación» del corralito?
El internauta Luismel González Llames lo explica así, grosso modo, en un texto donde critica las nuevas medidas anunciadas por el Banco Central de Cuba (BNC), que se hacen supuestamente con la intención de fomentar el uso de medios de pago electrónicos y disminuir el uso del dinero en efectivo.
González Llames expone su visión de estas medidas, considerando que son inadecuadas para el contexto económico y social de Cuba, y expresa detalladamente:
- El BNC atribuye el retroceso en la bancarización al aumento del uso de dinero en efectivo. Sin embargo, el autor del texto argumenta que esto es incorrecto y se debe más bien a la inflación creciente y la inseguridad bancaria. Según su visión, las personas necesitan más efectivo debido al aumento de los precios y la incertidumbre aumenta al no poder extraer su dinero del banco cuando lo necesitan.
- El límite máximo de 5,000 CUP por operación para los cobros y pagos en efectivo entre empresas es visto como irreal e insuficiente dado el costo de la inversión requerida para los negocios.
- A pesar de que las entidades económicas pueden solicitar el efectivo requerido para su actividad en las sucursales bancarias, el autor del texto considera que las personas y empresas que manejan grandes sumas de dinero prefieren tenerlo en casa por la falta de confianza en el sistema bancario.
- Aunque se esté trabajando para que todos los comercios tengan incorporados los canales de pagos electrónicos, el autor del texto cuestiona la capacidad de infraestructura y conectividad para sostener este sistema.
Su tesis se resume en lo siguiente: el problema principal no es la cantidad de dinero en efectivo en circulación, sino la inflación, la falta de confianza en el sistema bancario y la necesidad de una mayor inversión en infraestructura; y sugiere que la única forma de lograr una verdadera bancarización es a través de la oferta y confiabilidad, algo que en Cuba parece ahora mismo, una quimera.
Y es que la bancarización en Cuba – entiéndase corralito cubano -, que tiene por objetivo incentivar el uso de canales electrónicos de cobro y pago, precisamente por esa brecha tecnológica – y de salud también, pues muchos ancianos no ven correctamente o no tienen la mobilidad de antaño para salir a buscar quién le ayude en una transacción digital -, ya está afectando en gran medida a las personas de la tercera edad.
Muchos ancianos en la isla, señala el portal Cibercuba en una nota, no poseen un teléfono móvil o tienen acceso limitado a la tecnología, lo que dificulta su capacidad para realizar compras y pagos en servicios que ahora han habilitado el pago electrónico. Además, este cambio al sistema de pagos digitales se realiza en medio de una escasez de efectivo en los cajeros automáticos.
Otro aspecto interesante a señalar es las altas tarifas de ETECSA, el principal proveedor de telecomunicaciones en Cuba, que añaden otra barrera para aquellos sin medios financieros.
El cambio ha generado indignación y preocupación entre los ciudadanos, especialmente por el impacto en los ancianos, quienes representan un porcentaje significativo de la población.
El próximo paso, que ya debe estar al doblar de la esquina, debe ser una copia íntegra de lo hecho en Venezuela: la libreta de abastecimiento virtual para controlar la compra de productos de la canasta familiar, lo cual se haría a través de dispositivos móviles.
Por mucho que nos cueste abstraernos del problema y no pensar en él, esperen próximamente el incremento de la ola de asaltos, a ancianos, para arrebatarle sus dispositivos móviles; y los mil y uno inconvenientes a la hora de «recuperar la libreta de abastecimiento virtual» en la oficoda, una vez que «se la arrebaten» o la pierdan.
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