Esta es la imagen que no hubiese querido ver jamás NINGUNA MADRE. Sus jóvenes hijos «movilizados», desde el Servicio Militar Obligatorio, reclutas vestidos de civil, armados con palos, dirigidos por las Tropas Especiales de Boinas Negras, y con una única orden: entrarle a palos a sus hermanos cubanos.
A jóvenes cubanos como ellos en el sentido más justo de la palabra. Gente que sufre los mismos apagones que sufren ellos y sus madres; gente que hace igual colas de hasta 8 horas; que duerme las madrugadas en parques para ser de los primeros en una tienda que va a sacar aceite; o perro caliente. O detergente.
La denuncia la había hecho días atrás el diario El Nuevo Herald. Exístía un audio, ahora tenemos la foto.
Estos jovenes reclutas disfrazados de civiles, palo en mano, arremeterán contra cubanos que, como ellos, no tienen ahora mismo antibióticos para combatir una infección. Arremeterán su furia, mediante palazos, a gente que solo quiere un cambio; gente que desea un mejor manejo de la crisis del coronavirus en la isla. Gente que desea ponerle fin a sus penurias económicas. Las mismas que tienen en sus hogares estos jóvenes reclutados para reprimir al pueblo.
La orden la dio el mandatario cubano Miguel Mario Díaz-Canel.
La foto es más que elocuente. ¡Jamás un cubano debería levantar las armas contra su propio pueblo¡ Sin embargo, desde ayer, circula el rumor de que todos estos jóvenes – nótese en la foto que curiosamente, excepto uno, todos son mestizos, lo cual habla a las claras de las diferencias sociales que persisten en la isla donde el acceso a niveles superiores de la universidad es mayoritariamente para «blancos» y los negros son mayoría en el ejército y unidades militares – han sido obligados a reprimir a los cubanos que participan en las protestas; en su mayoría pacíficas.
Ahí también están jóvenes reclutasque cumplirán solo un año en el SMO, e ingresarán luego a la Universidad. Según se conoce, los han amenazado con quitarles sus carreras universitarias. Si se niegan a dar palos.
Según ya se conoce, se les dijo que de rehusarse a hacerlo, como se encuentran bajo el reglamento militar, los jóvenes reclutas serían acusados de traición a la patria, que es dentro de las filas militares el cargo más severo que puede imponérseles, cuyas sanciones sobrepasan los 25 años de cárcel.
Este es el modelo que exporta un gobierno que se dice respetuoso de los derechos humanos. No hay ninguna diferencia entre esto que aquí vemos, y los grupos paramilitares que operan en Venezuela y Nicaragua, y cuyas denuncias de asesinatos a cada rato salen a la luz pública.
Vestir de civil a estos jóvenes reclutas del SMO, tiene una idea macabra detrás: en caso de ser vistos, el gobierno y las fuerzas del orden se desentienden; y dirán que son «jóvenes revolucionarios que salieron espontáneamente a defender la Patria, y que fueron agredidos y tuvieron que defenderse».
Son «el relevo» de estos otros, vistos el pasado domingo y ayer lunes.
Buscarán testigos, para argumentar su defensa. Saldrán ilesos. A fin de cuentas la orden de piratería y corso fue dada por Díaz-Canel; ellos solo ejecutarán, con palos, lo que les ordenen. Descargarán muchos sus odios y frustaciones.
Años después se arrepentirán. Emigrarán. E intentarán olvidar lo ocurrido.
Otros, los más deleznables, hasta cargarán con orgullo en sus hombros el haber dado palos y golpes, a imagen y semejanzas de aquellos que, en el año 1982, 1983 y más adelante, se jactaban de haber actuado enérgicamente contra los «gusanos del Mariel».
Muchos de ellos, ahora, viven en Miami. Reclamados por sus hijos, nacidos en los duros años 90´, emigrantes a la primera oportunidad.
¿Se repetirá la historia?
