El Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana ha permanecido durante más de 48 horas sin aire acondicionado en medio de las temperaturas más extremas que ha reportado Cuba en décadas.
Casualmente la falta de climatización del aeropuerto coincide con el primer vuelo de las operaciones en Cuba de la aerolínea Air China por lo que los ciudadanos asiáticos, de persistir las asfixiantes temperaturas, en la instalación pensarán que en vez de haber llegado a la isla estarán a las puertas del mismísimo infierno.
Como aliciente, si se puede llamar así, queda que las autoridades aeroportuarias han asegurado que trabajan sin descanso “para encontrar una solución a las dificultades surgidas en el funcionamiento del conjunto de dispositivos que regulan la temperatura en dicho establecimiento”.
No obstante, los pasajeros deben haber sudado la gota gorda (nunca mejor dicho) nada más arribar a esta instalación donde además no hay demasiadas ofertas para aliviar el calor ni hacer frente a las altas temperaturas. Y si a algún viajero se le extravía la maleta y debe permanecer por más tiempo del debido en el horno su llegada a la isla será recordable en los primeros lugares de los récords de las experiencias negativas.
Si bien es posiblemente uno de los problemas más graves que ha sufrido el aeropuerto habanero durante los últimos años no es ni por asomo el único.
La instalación presenta desde hace años filtraciones, una limpieza que deja mucho que desear y una infraestructura carente de labores de mantenimiento y de pintura. Todo eso sin contar el déficit en la variedad de alimentos ligeros para ofrecer a los viajeros en las pocas cafeterías con que cuenta.
La rotura del sistema de climatización ha tomado por sorpresa a los pasajeros extranjeros porque los cubanos, en verdad, ya se sorprenden con muy pocas de las cosas insólitas que suceden en su tierra natal.