Carmen Herrera, la pintora cubana desconocida en su país murió a los 106 años

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Carmen Herrera, la pintora abstracta que se hizo famosa a los 89 años, cuando vendió su primera obra, acaba de morir esta semana en su apartamento de Manhattan a los 106 años.

La cubana de nacimiento y radicada desde los años 50 del pasado siglo en la ciudad de Nueva York fue catalogada como el descubrimiento de la década en 2004, cuando un galerista vio lo que había perdido el mercado del arte hasta ese momento y contactó primero con Ella Fontanals Cisneros.

La famosa coleccionista, también de origen cubano, adquirió los primeros cinco lienzos de Herrera y a partir de ese momento inició el reconocimiento artístico para una mujer que esperó toda su vida para validar su trabajo en los circuitos del arte.

En 2018, su cuadro Blanco y Verde fue subastado en Sotheby´s por nada menos que 3.9 millones de dólares, una obra que la artista conservaba en sus fondos desde 1967. El MoMa de Nueva York, La Tate Modern de Londres y el Museo Hirshhorn de Washington son algunos de los grandes museos y galerías que conservan ahora las piezas de esta cubana y reconocen la singularidad de sus formas, y lo potente de sus líneas y colores.

No obstante, el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba ha admitido que su presencia es insuficiente en el patrimonio cultural de la Isla.

De hecho, esa institución del país atesora solo una de sus obras, una escultura tallada en madera y titulada Cristo, la cual data de los años 30 del siglo pasado, un momento en que Carmen Herrera se relacionaba con la entonces naciente vanguardia artística en el país. Según se conoce, fue esta la única pieza de connotación política que realizó a la largo de su carrera y reproducía la figura de un Cristo angustiado y padeciendo los dolores del pueblo judío ante el avance del nazismo durante la segunda guerra mundial.

Precisamente en los Estados Unidos de la posguerra, Carmen sufrió la discriminación de ser mujer en un circuito dominado y manejado por hombres. Ya le había sucedido algo parecido en la Cuba de los años 30 y en ninguno de los dos momentos, como en toda su vida, no importó que se relacionara con figuras tan influyentes como como Pablo Picasso, o su compatriota Wifredo Lam. Debió esperar hasta el ocaso de su vida para por fin ser catalogada como una pionera de la abstracción y el minimalismo.

Ante su muerte, los medios de prensa en todo el mundo se dedican a reseñar la noticia y a destacar su trabajo hasta ahora poco mencionado y prácticamente silenciado en su propio país, mientras que otros artistas de manera independiente recuerdan su trabajo en las redes sociales.

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