En Cuba, la figura de los «buzos», aquellos que buscan en la basura para subsistir, se ha vuelto cada vez más común en las calles, especialmente en La Habana.
Esta situación, que antes no era tan visible, ha empeorado debido a la crisis económica que enfrenta el país. Esta ha llevado a muchos cubanos a adoptar esta forma de subsistencia, señala en un video la agencia EFE.
Personas como Rafael, un habanero de 56 años, se dedican a recolectar desechos para venderlos y así poder alimentar a su familia. Rafael, quien anteriormente era ganadero, ahora busca plásticos y latas en los contenedores de basura para venderlos a empresas privadas y estatales, una actividad que le permite reunir hasta 2,000 pesos cubanos en los mejores meses.
Jorge, otro «buzo» de 54 años, menciona que recolectar basura le resulta más rentable que su trabajo en el sistema público ferroviario, llegando a ganar 8,000 CUP (aproximadamente 66.7 dólares) en un mes.
Estas personas en ocasiones no solo buscan materiales reciclables, sino también alimentos entre los desechos, debido al desabastecimiento y la dificultad para conseguir comida.
Sin embargo, el gobierno imposibilitado de «recogerlos» y darle comida – y albergue – como hacía antes, a veces, ha optado por hacerse siempre ahora el de la vista gorda ante un problema que lo supera.
Gisselle Muñiz afirma que ella antes, raramente, veía uno, pero que ahora cuando sale de su casa, «están como los comité»: en cada cuadra hay uno.
«Yo incluso he visto uno en una esquina, revisando en un tanque, y a otro en la otra, revisando otro tanque. La policía los empuja, de las zonas turísticas de Centro Habana y de la Habana Vieja, e imagino también que del Vedado, y caen por aquí, como población flotante, en estos barrios donde abunda la clase obrera«.
Gisselle, en conversación privada vía Whatsapp asegura que le duele ver a esas personas revisando dentro la basura.
«Se me parte el alma. Cuando me ha sobrado comida en casa hasta les he preguntado si buscan comida, para darles un poco. Es muy triste. También les regalo cigarros«, dijo.
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En esa encrucijada están ellos, los más vulnerables, los ancianos y jubilados, pero la crisis golpea a todos.
Los hay, quienes no han tenido aún la necesidad o la obligación de convertirse en buzo, y optan por ejercer actividades a cuenta y riesgo, y en ocasiones son sorprendidos y multados también, como le sucedió a Richard Pupo.
Richar Pupo, un cubano con discapacidad física y padre de cuatro niños, fue multado con casi 10 mil pesos por vender cigarros en La Habana.
A pesar de mostrar a las inspectoras las cartas del Gobierno que lo autorizan a vender debido a su condición, fue sancionado sin previo aviso.
Indignado, Pupo reclamó al Gobierno, pero aún no le exoneraron la multa. En su hogar, el cubano se grabó en un video, donde mostró la escasez de alimentos para sus hijos, evidenciando la difícil situación económica en Cuba y la falta de consideración gubernamental hacia el bienestar de la población.
Otros, como Yirian Domínguez, han sido bendecidos.
Yirian, conocida como «La Rapunzel holguinera», no ha tenido que – por ahora – irse a revisar en un tanque de basura ni salir a la calle a vender cigarros. Sin embargo, ha optado de manera inteligente por subastar su larga cabellera.
Yirian ha iniciado una subasta de su cabello en redes sociales para recaudar fondos por motivos «de salud».
Y no le ha ido mal. Hasta el momento ha recibido ofertas significativas, incluyendo una de 200,000 pesos por su pelo.
Entre los interesados están Maria Luisa Silva, quien ofreció 170 mil pesos, y Wildanis Matos y Yerson Segura, quienes propusieron 200 mil pesos.
Domínguez agradeció el apoyo recibido y enfatizó que la venta de su cabello es por razones de salud y no por interés monetario, y que pronto decidirá a quién vender su cabello.
Casi todos los internautas sospechan que lo venderá al mejor postor; mientras que otros, más agudos en su pensamiento se preguntan, ¿qué pasará cuando gaste los 200 mil CUP? ¿Le dará tiempo a que le crezca nuevamente el pelo y lo vuelva a vender? O tendrá que convertirse con el tiempo en una de los tantos buzos que revisan los tanques de basura en la isla.
