En un claro reproche a las acciones «gubernamentales de Cuba», Estados Unidos ha expresado su condena frente a las prolongadas sentencias de cárcel impuestas a los manifestantes en la isla.
La Embajada de Estados Unidos en La Habana ha publicado en sus redes sociales una breve nota que no es más que un acto que refleja una preocupación constante por las violaciones de los derechos humanos y la libertad de expresión en el país caribeño. «Debajo» de la nota subyace una preocupación más grande: la tensa relación entre Cuba y Estados Unidos, especialmente en temas de gobernabilidad y derechos civiles.
A pesar de las numerosas crisis que enfrenta Cuba, desde problemas económicos hasta desafíos sanitarios, y aunque el país está afrontando serias dificultades, la estructura de poder ha logrado mantener una estabilidad notable, precisamente debido a la represión política y a las constantes amenazas a la población.
Estas, para nada solapadas, han llegado a la Televisión Cubana, en horario estelar, 8:00pm, anunciándole al pueblo que, aunque la Constitución ampara las protestas ciudadanas, el objetivo de salir a la calle a protestar tiene como finalidad el derrocamiento del régimen y eso – según el Nuevo Código Penal – podrá ser considerado como un delito de sedición, que acarrea penas de más de 25 años, cadena perpetua y hasta la pena de muerte.
Las condenas a los manifestantes en Nuevitas, que han sido percibidas como excesivamente severas y como una táctica de intimidación por parte del gobierno, han provocado una ola de críticas internacionales, señala BBC. Organizaciones de derechos humanos y gobiernos extranjeros, incluido el de Estados Unidos, han llamado a una revisión de estos juicios y a la implementación de medidas más justas y transparentes.
El gobierno de EE.UU., al expresar su desaprobación, busca no solo responder a un asunto de justicia y derechos humanos, sino también fortalecer su posición diplomática frente a aliados y en foros internacionales donde Cuba podría buscar apoyo, los busca y cada vez los encuentra menos.
Su aliado incondicional de siempre, Europa, a pesar de Josep Borrell, cada vez está más reacio a darle la mano a La Habana.
Esto, según expertos en política internacional, podría ser una manera de presionar al gobierno cubano para que realice cambios significativos en su manejo de la disidencia y la libertad de expresión; o por el contrario, podrín inducir a la cúpula del régimen a volverse más tiránica y represora de lo que actualmente es.
Al caso de los manifestantes de Nuevitas, donde incluso se le impuso una condena de 15 años a una joven cuyo «delito» fue filmar las protestas, se suma la detención del activista y periodista José Luis Tan Estrada; un valioso joven que ha alternado sus dos últimos años de vida entre, describir la realidad de la isla en sus escritos y la actividad comunitaria con las personas a las que el gobierno les ha dado la espalda.
Tan Estrada se encuentra detenido en Villa Marista, sede de la Seguridad del Estado en el país, incomunicado, y resulta realmente lamentable, dada la trayectoria del joven, que las redes sociales no se hagan hecho eco del asunto, tal y como lo estuvieron haciendo recientemente con el llamado Príncipe del Piano, del cual ya más nunca se oyó hablar; y de Lazarito y Yarelis, que a pesar de que supieron sacar rédito económico de su desamorío y amorío posterior – incluido un trío con otra persona – cada vez suenan menos.
En eso se entretienen los cubanos. Y en la bronca entre El Taiger y Ja Rulay.
Mientras tanto, la sociedad civil se activa, y ya se lanzó a través de la plataforma Change.org, una petición de recogida de firmas para exigirle al régimen de La Habana la liberación del joven periodista, quien hasta el año pasado se desempeñaba como profesor universitario en la Universidad de Camagüey.
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