La Diosa admite que hizo “muchísimo dinero” revendiendo consoladores en Cuba

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No sin aclarar que ella no era una mujer “pobre” en Cuba, la cantante Dianelys Alfonso Cartaya, conocida como La Diosa, admitió recientemente que hizo “muchísimo” dinero revendiendo consoladores en la isla.

Al referirse en el podcast ‘Moliendo Chatarra’, que conduce el boxeador e influencer cubano Gustavo Trujillo, al nivel de solvencia económica que tenía en Cuba, La Diosa explicó que “no era ninguna muerta de hambre”. “Siempre fui una mujer de posibilidades, pero no porque nadie me lo regalara. Yo me lo buscaba”, dijo. 

Según contó La Diosa, ella se iba “solita” para la calle Duarte, de República Dominicana, por donde “ahora mismo no se puede pasar porque te matan”, y llenaba bolsas de “pin… de goma”, que luego comercializaba en Cuba. 

“Llegaba con los pies inflamados al hotel”, pero no la hacía «sentir mal” porque le dio “mucho dinero”, agregó la intérprete de ‘El Pozo’. De ella “pueden decir lo que quieran”, menos que no es “una luchadora o una madre hasta atrás”, que hace por sus hijos “lo que sea”.

Desde su óptica, una artista “tiene que hacer de todo”. Por tanto, ella es “una maquinita de trabajo”, que “no vivo la vida perdiendo el tiempo”. “A mí me tienen que pagar todo lo que yo haga porque mi tiempo es money, cada hora es money”, añadió.

La cantante aclaró además que en Cuba tuvo su casa y su “Picanto”, que no era “un súper carro”, pero “me ayudó muchísimo” porque “para todo estaba bien” y “se encontraban las piezas”. 

“Lo único que estaba mal” en su vida en Cuba “era la dictadura”, porque ella tenía confort. “Soy una tipa luchadora dondequiera que me pongas. Llegué aquí y me compré mi carro y luego el de Rey (su esposo) y nadie me lo regaló”, agregó al referirse al desenvolvimiento económico que ha tenido desde que llegó a Estados Unidos. 

A quienes quieren saber “cómo La Diosa se compró una casa tan grande en Cuba” si “no podía cantar” allí porque estuvo censurada, la artista les respondió que, antes de comprarse una casa grande, vivía en una de tres cuartos en Lawton, “que no se estaba cayendo, pero tampoco era lujosa”. 

Fue cuando su madre (que tenía una casa de dos plantas en San José de las Lajas, “que le había hecho mi papá”) dejó de valerse por sí misma, que La Diosa vendió las casas de ambas y compró una más grande, en la que pudieran vivir juntas. 

Por otro lado, La Diosa recordó que entonces tenía un contrato con una disquera alemana que le aportó “bastante”. “Gracias a eso yo tenía mi dinero firme ahí, trabajara o no trabajara. Yo lo único que tenía que hacer era mandarles música”, detalló.

La Diosa, que sabe que a ella la gente tiende a subestimarla mucho, recalcó que ella tenía “un buen contrato”. “Cada vez que yo les mandaba diez temas, ellos me mandaban un dinero por un disco, más un salario mensual que recibía, porque era bajo un contrato de exclusividad y eso se paga. Con eso tenía un buen nivel de vida en Cuba, en aquel tiempo, porque ahora ni con ese dinero bastaría”, concluyó.

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