En una de las regulaciones sobre los objetos que se pueden entrar al país La Aduana de Cuba señala que la literatura o los objetos obscenos o pornográficos están prohibidos.
“No se admite la importación de: Literatura, artículos y objetos obscenos o pornográficos o que atenten contra los intereses generales de la nación”, dice la norma.
La regulación no define que es para La Aduana un objeto pornográfico o literatura de ese calado por lo que parece que esta medida puede tomarse a juicio del oficial que “nos atiende” a la entrada del país.
La regulación como muchas cosas en este tipo de leyes es muy ambigua, de ahí que cualquiera podría pasar un mal rato si le descubren, por ejemplo, un vibrador en la maleta.
El traslado de este tipo de juguetes sexuales, ya sea para uso personal o para regalar a alguien cercano, siempre ha suscitado situaciones embarazosas o tendientes al chiste.
Seguramente usted ha oído algún cuento de una persona que de pronto le preguntan en un aeropuerto por ese objeto que parece un consolador en la maleta o de pronto el bendito vibrador se le sale del equipaje y ¡zas! , la cara se le pone tan roja que parece a punto de explotar.
Más allá de la “pena”, la risa nerviosa o el mal rato (aunque hay muchas personas que se lo toman con la mayor naturalidad del mundo) la situación no pasa a más porque son objetos que se pueden llevar y traer sin la menor dificultad en cualquier país del mundo, salvo quizás regímenes como los de Corea del Norte o Irán.
Por otro lado y poniéndonos serios habría que interpretar que significa para la aduana de Cuba literatura pornográfica. Ya conocemos las grandes obras sobre literatura erótica, pero cabe preguntarse en caso de que un libro cumpla todos los requisitos para ser considerado pornográfico si es razón suficiente para prohibirlo. Por lo demás la línea que separa el elemento erótico del pornográfico a veces es muy fina y se puede romper tras pasar a la próxima página.
En todo caso hay que tener precaución porque si nos gusta llevar las cosas un poco más allá en las relaciones amorosas y queremos llevar a Cuba algunos de estos jueguitos sexuales o un libro subidito de tono, corremos el riesgo de que en el aeropuerto nos detengan, nos desnuden con la mirada y nos enfríen con el decomiso de todo ese “repertorio sexual”.
