¿Qué hago si quiero uno o dos consoladores en Cuba?

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Casi todas mis amigas en Cuba tienen algún tipo de sex toy – consoladores – más o menos escondido en alguna gaveta de su casa. Unas lo han traído como parte de sus piezas personales al regreso de un viaje al extranjero, otras lo han comprado en la red clandestina nacional y unas pocas, incluso, lo han heredado de otras amigas. En Cuba no valen esos pudores de objeto de uso personal exclusivo, una buena desinfección puede resolver el problema, o garantizar el placer de alguien que lo necesite. Siempre y cuando esté dispuesto a recibirlo.

En las sociedades machistas como la que vivimos, y Cuba es un ejemplo claro de sociedad machista, las leyendas urbanas asocian´a los consoladores con la industria pornográfica o con personas solteras con cierta tendencia a la aberración.

Mientras que en muchos lugares del mundo las parejas, padres de familia, homosexuales o heterosexuales, guardan arsenales de placer en sus closets, se regalan mutuamente consoladores en aniversarios y fechas especiales o simplemente los compran para hacer más gozosa la monogamia, en Cuba no sucede así.

Para el código penal en Cuba, tanto los consoladores como sus primos los dildos, las bolas chinas, los vibradores y toda la familia de esos artilugios resultan objetos con tendencia a la perversión y a degradar las buenas costumbres.

Es así que por ley de la Aduana General de la República de Cuba, nadie puede hacer entrada al país de un número elevado de consoladores por ningún aeropuerto en Cuba, pues van contra los intereses de la nación y contra la integridad social de sus habitantes, educados en la mojigatería, el machismo y los supuestos paradigmas de una sexualidad “digna”.

Con esos tiros, pensar en una sex shop ha sido la utopía de unos cuantos cubanos. En 2019, un momento en que el país pareció avanzar hacia la tolerancia en muchos resquicios, una iniciativa de ese tipo, pero maquillada como propuesta artística en el marco de la II Bienal de Diseño de La Habana, logró vender cientos de consoladores hechos a mano por un grupo de creadores en Cuba. Consolez Vouz se llamó aquella suerte de exposición itinerante que paseó muchos penes erectos por distintas locaciones de La Habana, incluidas La Marca y la Fábrica de Arte Cubano. Aquello fue un suceso y embulló a par de recatados, sin embargo al poco tiempo dejó de sonar y juzgando por la actualización de su página en Instagram, el destino que les tocó fue desaparecer.

En dichas cuestiones lo único que ha sobrevivido son las fuentes de mercado paralelo y clandestino. Tanto por Revolico, como directamente en perfiles de redes sociales, es posible encargar a gusto y medida todo tipo de objeto sexual. Antes de la etapa pandémica su costo variaba entre los trescientos y los mil pesos, ahora se han multiplicado favorecidos por la escasa entrada al país de personas que se presten a esquivar las normas aduanales para su posterior comercio.

El morbo por lo desconocido y “el invento” del cubano ante la precariedad han hecho que las estadísticas de accidentes por introducción de objetos extraños en el ano no deje de crecer. Y aunque es un dato que solo se maneja a nivel de chisme, se sabe que los casos más frecuentes involucran pomos de desodorantes, pero también palos de escoba bien limados y hasta yucas peladas. Se sabe de hombres homosexuales, en la mayoría de los casos, pero también de parejas hombre-mujer que simplemente deciden llevar una sexualidad de amplios horizontes.

Entrando en la plataforma de ventas Amazon o cualquier sitio relacionado con la sexualidad es posible actualizarse con la tecnología de estos aparatos que echan a volar hasta la más oxidada imaginación. Ojalá en las nuevas pymes cubanas se incluyera la producción o la importación de alguna de estas piezas, pero nada más alejado de la realidad. Incluso, más allá del goce sexual, muchos consoladores o vibradores son indispensables en los postoperatorios de las personas que deciden aventurarse hacia el cambio de sexo, una cirugía que sí está contemplada ya, aunque con prejuicios, dentro de los límites de lo aprobado por la ley.

Hasta el momento y mientras no deje de ser vista como un acto grotesco, la masturbación y la libre sexualidad en Cuba tendrán que seguir apelando a las alternativas de antaño o a la bondad de los amigos que regalan o venden.

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