Por decreto el régimen desaparece al ICRT para dar paso al Instituto de Información y Comunicación Social. Es comparado por muchos con el Ministerio de Propaganda del Tercer Reich
El nombre es ya sospechoso: Instituto de Información y Comunicación Social. Nada bueno debe encubrir. El Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) moría ayer por decreto del régimen -como todo en la isla. Nacía entonces este engendro porque lo han legislado los que se creen dueños de Cuba.
En el artículo 2 del decreto-ley 41 se dice que se crea «el Instituto de Información y Comunicación Social como Organismo de la Administración Central del Estado que tiene la misión de conducir y controlar la Política de la Comunicación Social del Estado y el Gobierno cubano; proponer su perfeccionamiento, así como contribuir a fomentar la cultura del diálogo y el consenso en la sociedad cubana».
Las reacciones en redes sociales de los nacidos en la isla -los de dentro y los de fuera- no se hicieron esperar. La colega Yoani Sánchez de 14yMedio expresaba en su cuenta oficial de Twitter: «El nuevo Ministerio de la Verdad se alista en #Cuba, se llama Instituto de Información y Comunicación Social, y nace tras la caída del ICRT».
Yoani hace un paralelismo entre este nuevo Instituto que «asesina» al ICRT y la novela 1984, de George Orwell, que se publicaba en 1949. Un artículo de BBC Mundo de mayo de 2020 recordaba que uno de los personajes de Orwell, Winston Smith, «es un funcionario subalterno del Ministerio de la Verdad, el ministerio de propaganda del régimen Ingsoc, donde reescribe viejos informes de periódicos para reconciliarlos con la última línea del partido».
Gustavo Arcos Fernandez- Britto, profesor en la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual, escribe al respecto: «El ICRT ha dejado de existir. A punto de cumplir sus 60 años, ha sido sustituido por el IICS o sea, Instituto de Información y Comunicación Social. ¡Con lo fácil que era decir icerrete!. Luego, leyendo la escueta nota publicada en la Gaceta Oficial, nos enteramos que no teníamos organismos que conducían y controlaran la comunicación social del país. Uff, eso explica muchas cosas. Sin embargo, desde hace décadas teníamos una Facultad de Periodismo y otra de Comunicación Social. Ahora y, gracias a este cambio, se «fortalecerá la institucionalidad del país». Vaya, qué bien!!. Surgen más dudas, pero bueno, eso es algo habitual en estos lares. Por ejemplo, si ahora es un organismo para la información y comunicación social, donde colocamos a todos esos autores y creadores que realizan dramatizados para la radio o la TV? Una novela, una cuento, una adaptación teatral o literaria por ejemplo. Tales expresiones del arte no encajan con el nuevo nombre del organismo. Quién sabe, tal vez ahora todos esos autores pasen al ICAIC y se forme una nueva entidad. Recuerdo de paso que ya eso se hizo en el 92, y tuvo que ser derogado. Pero como diría Venancio…los tiempos cambian».
Enrique Guzmán Karell, por su parte, se toma el nacimiento de este aberrante Instituto con ironía: «Muy oportuno. Seremos cada día más libres, prósperos y felices».
E inevitablemente muchos asocian el Instituto nacido por el decreto-ley 41 con el Ministerio de Propaganda e Información del Tercer Reich y Joseph Paul Goebbels.
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