Granma califica de “engendro” a Patria y Vida tras alzarse como canción del año en los Grammy Latinos

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El triunfo de la música cubana en la décimo segunda entrega de los Latin Grammy es un hecho rotundo, ineludible y que desde anoche ocupó titulares en casi toda la región, menos en Cuba. Aquí no ha habido silencio, porque el silencio ya sería demasiado evidente hacia la culpa, pero ha habido manipulación y trato indirecto para una noticia que aún con campaña de descrédito o sin ella, debió llevar como mínimo el trato más decente de los medios.

Durante la ceremonia que tuvo lugar en la ciudad norteamericana de Las Vegas, triunfaron Alain Pérez e Isaac Delgado, Iván “Melón” Lewis, el ingeniero de sonido Máximo Espinosa, el maestro Manuel Barrueco y lo hicieron también por partida doble, Gente de Zona, Decemer Bueno, Yotuel, Maikel Osorbo y el Funky con Patria y Vida, el tema que acompaña el movimiento disidente cubano.

Ganadora en Mejor Canción del Año y Mejor Canción Urbana, a Patria y Vida la catalogan esta mañana, en el diario Granma, como “panfleto producido y diseñado en función de la tentativa de golpe blando que el anterior y el actual gobierno de Estados Unidos, sus agencias federales e instituciones afines, la ultraderecha enquistada en la Florida y sus acólitos internos urdieron para subvertir el sistema político y social adoptado por la inmensa mayoría de los cubanos”.

En primera impresión parecen demasiadas palabras para categorizar algo, un producto cultural en este caso, del cual ni siquiera pueden pronunciar su nombre. Patria y Vida no se dice, ni siquiera para ir en su contra.  

Primero en la emisión estelar, donde intentaron comentar el hecho de manera superficial, sin herir demasiado a sus autores, pero sobre todo y muy cuidadosamente, sin dejar de seguir el camino ciego e incoherente que plantea la oficialidad del país.

Luego en el diario Granma, como portavoz de la política de comunicación en la Isla, jamás pudieron nombrar con todas sus letras la canción que referían, ni a sus compositores. Es una falta grave, no solo en el periodismo, sino en la vida común, hablar de algo de manera indirecta, como si por omisión fuera a evadirse, o minimizarse el hecho real de que una canción hecha por artistas cubanos, uno de ellos preso político, se alzara con un premio internacional al mismo nivel de otros creadores sí aceptados y aprobados por el sistema como Issac Delgado y Alain Pérez. A estos últimos y al resto de los ganadores, les llegaron las felicitaciones, pero ya opacadas por el cinismo.

A la oficialidad cubana no le interesa hacer notar que un Premio Grammy es un reconocimiento de peso para cualquier artista y que más allá de ideologías y rutas políticas, es tan meritorio que lo recibiera Alain Pérez, como el Funky.

Los medios de prensa deberían respetar los galardones que otorga una institución reconocida, como es el caso de la Academia Latina de la Grabación. Sin proponérselo han hecho un favor a Patria y Vida y a sus intérpretes, han reafirmado todo cuanto dijeron y denunciaron cada uno de ellos sobre el escenario. No han dejado resquicio para las dudas. En un momento en el cual el mundo está mirando a Cuba, la cara de la nación han sido los cantantes que en la Isla no se les puede mencionar.

Mientras el diario Granma, llama “engendro” al tema que ya tiene más de noventa millones de vistas en Youtube, la credibilidad del  gobierno  cubano disminuye a la par que aumentan las visualizaciones en redes sociales. Sea del género que sea, Patria y Vida es una obra premiada, legitimada por un organismo internacional y eso exige un trato diferente al que se apresuró en lanzar la oficialidad para restarle importancia al premio:

“Pobre demostración aplaudida más en Miami que en Las Vegas, más en los círculos de los cabecillas anticubanos que entre los asistentes al acto en la mgm Green Grand Arena, que se quedaron con las ganas de que ese fuera el himno de la revuelta que nunca fue”.

Ciertamente, la canción ya es un himno, en eso no se equivoca el periodista. Es además bandera y slogan de una revuelta que nunca fue gracias a la militarización, los actos de repudio y las amenazas a toda persona natural que intentara salir de su casa a exigir la libertad de expresión y los derechos constitucionales para los cubanos y que por tanto, fue la mayor revuelta simbólica que ha podido producirse en el país. No se cómo logró el periodista medir y comparar la cantidad de aplausos en Miami y en Las Vegas, pero aquí no se trata de cantidad, sino del cualitativo detalle de que en efecto, a Patria y Vida se le aplaude.

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