La salud de la joven actriz cubana Patricia Ramírez, quien sufrió un accidente de transito en abril de 2014, se ha deteriorado con el pasar de los años y las complicaciones se han vuelto sistemáticas, informaron fuentes cercanas en redes sociales.
Bajo el cuidado de su familia en Sancti Spíritus desde hace más de 8 años Patricia Ramírez permanece en estado neurológico de mínima conciencia, “pero lucha por darnos cada mañana su parpadeo y su presencia”, precisa un publicación en la página de Facebook denominada “Patricia, joven actriz que clama por su regreso a la vida”.
“Debo agradecer infinitamente a todos los que a lo largo de estos 8 años y 5 meses no han dejado de pensar en Patry y se han preocupado por ella”, dice el post y agradece a nombre de toda su familia las muestras de apoyo.
Nacida en Placetas, Villa Clara, Ramírez estudió actuación desde temprana edad en la academia Samuel Feijóo y el grupo de teatro infantil Dripy.
Años después se unió a la compañía Mefisto Teatro, en La Habana, y más tarde comenzó a recibir pequeños papeles en dramatizados de televisión como la serie policiaca “Tras la Huella” y la telenovela “La otra esquina”.
Con apenas 23 años de edad y una prometedora carrera por delante, cuando participaba en el rodaje de la telenovela cubana “Cuando el amor no alcanza”, Patricia sufrió un terrible accidente de tránsito en la intersección de la avenida 31 y la calle 18, en el capitalino municipio de Playa.
De entre los lesionados, la actriz se llevó la peor parte: trauma craneal severo, fracturas de de pelvis y hombro, además de hemorragia interna debido a la ruptura del bazo. Quedó en estado neurovegetativo.
Desde entonces, su madre Nilda González la atiende las 24 horas. Se comunica con ella por medio de señas con los ojos, cura las escaras de su piel y se cerciora de que respira bien.
“Al principio pensé que era transitorio y me decía: Ella va a salir de esto, va a mejorar… Pero el tiempo no pasa por gusto, llega un momento en que te percatas, sé que su daño es irreversible, pero tuvieron que pasar siete años para darme cuenta”, contó la madre al periódico Escambray.
