¿Un cóctel Molotov con la mecha de papel? Sí, eso fue lo que lanzó contra la Embajada de Cuba en Washington el presunto terrorista que ahora, está siendo buscado por las fuerzas metropolitanas. No se sabe cuál de las tres cámaras que están situadas frente a la calle lo captaron con pelos y señales, pero sin dudas o es un amateur o lo suyo fue más simbólico que otra cosa. ¿Tal vez un acto para decir «los terroristas no somos nosotros»; sáquennos de la lista?
Lo cierto es que, como diría el Servicio Secreto, «no hubo incendio ni daños importantes en el edificio”. La ventana ni siquiera se chamuscó. No se rompió un cristal. La botella no prendió; pero dice Cuba que fue un acto terrorista.
El Servicio Secreto de Estados Unidos proporcionó nuevos detalles sobre el atentado a la Embajada de Cuba en Washington, que fue impactada en realidad no por uno, sino por dos presuntos cócteles molotov.
La entidad confirmó que hasta la mañana del lunes 25 de septiembre “nadie está bajo custodia en este momento y estamos trabajando estrechamente con funcionarios de la embajada y nuestros socios de la Policía de DC y el Departamento de Estado en esta investigación”.
El incidente ocurrió minutos después de las 8:00 p.m. del domingo 24 de septiembre, y fue reportado por funcionarios de la embajada a la División Uniformada del Servicio Secreto de EE. UU. Aunque nadie ha reclamado la autoría del ataque, el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, lo calificó como un acto terrorista y acusó a grupos “anticubanos” sin proporcionar pruebas concretas.
Rodríguez Parrilla presionó a la administración de Joe Biden para que ofrezca una respuesta sobre el incidente, citando la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas que obliga a EE. UU., como Estado receptor, a adoptar medidas para proteger los locales de la misión diplomática.
“Los grupos anticubanos acuden al terrorismo al sentir impunidad, algo sobre lo que Cuba ha alertado a autoridades estadounidenses reiteradamente”, aseguró Rodríguez Parrilla en su cuenta en Twitter.
Este atentado es el segundo en tres años contra la sede diplomática cubana.
En abril de 2020, Alexander Alazo, un cubanoamericano diagnosticado con un problema mental, disparó contra la fachada de la Embajada de Cuba en Washington con un rifle de asalto AK-47, sin causar heridos pero impactando los muros del edificio y una estatua de José Martí.
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Aunque el Servicio Secreto que acudió al lugar no detectó la ocurrencia de incendios, el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, calificó el hecho como “inaceptable”.
“Los ataques y amenazas contra instalaciones diplomáticas son inaceptables”, dijo el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller.
Miller detalló el compromiso de la administración de Joe Biden a realizar una investigación exhaustiva de los hechos e investigar el «atentado» contra la embajada cubana.
“Estamos en contacto con funcionarios de la embajada cubana y, de acuerdo con nuestras obligaciones bajo las Convenciones de Viena, el departamento está comprometido con la seguridad de las instalaciones diplomáticas y de los diplomáticos que trabajan en ellas”, añadió el funcionario ante una pregunta directa durante su habitual conferencia de prensa.
