La historia se repite con un eco doloroso para la comunidad cubana, esta vez resonando en las turbulentas calles de Haití, donde alrededor de 200 cubanos, ciudadanos residentes en la isla de Cuba se encuentran en un limbo de incertidumbre y peligro.
Haití, asolado por una ola de violencia sin precedentes que ha paralizado incluso las operaciones en el aeropuerto de Puerto Príncipe, se convierte en el último escenario de una crisis humanitaria que afecta a los cubanos lejos de su tierra natal.
Desde hace varios días el gobierno de Haití declaró un estado de emergencia en Puerto Príncipe y sus alrededores, luego de que bandas armadas atacaran la principal cárcel del país logrando la liberación de la mayoría de los aproximadamente 3.800 hombres detenidos en la Penitenciaría Nacional de Puerto Príncipe.
Horas antes, un grupo armado se fue hasta el aeropuerto y lograron ametrallar un avión de la aerolínea Sunrise Airways con destino a Cuba que estaba a punto de despegar del Aeropuerto ‘Toussaint Louverture’. Afortunadamente, ningún integrante de la tripulación, y tampoco pasajeros, resultaron heridos, aunque el fuselaje del avión se vio directamente impactado por los proyectiles.
En el avión, con capacidad para 220 pasajeros, había un numeroso grupo de cubanos a bordo.
Este grupo, en su mayoría «mulas» que viajan al extranjero para comprar productos que luego revenden en Cuba, se vieron imposibilitado de regresar a la isla, y junto a otros que fueron retornados desde el aeropuerto o sin haber llegado siquiera a este, se encuentran atrapado en medio del caos, incapaz de retornar a su país.
Ni siquiera, en ese momento, con relación a esos hechos, la diplomacia cubana se expresó.
La situación es alarmantemente similar a episodios anteriores de cubanos en el extranjero enfrentando adversidades, recordándonos dolorosamente el caso de los médicos cubanos Landy y Assel, secuestrados en Kenia y cuyo destino aún está envuelto en misterio y tragedia.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez, rompió, luego de varios días, el silencio en Twitter, anunciando que la Embajada de Cuba en Haití está atendiendo la situación de los cubanos residentes y de tránsito, asegurando que se mantienen gestiones para garantizar un retorno seguro.
Sin embargo, este anuncio ha sido recibido con escepticismo, alimentado por experiencias pasadas donde promesas similares han dejado a la población cubana esperando acciones concretas.
Los afectados directos, los cubanos en Haití, han expresado su frustración y miedo, señalando horas antes del salto dado por Bruno, la falta de asesoramiento y apoyo tangible por parte de los funcionarios de la embajada. Esta comunicación, o la falta de ella, solo profundiza la desesperanza y el sentimiento de abandono entre aquellos que buscan desesperadamente volver a casa.
La extrema violencia en Haití, considerado el país más empobrecido de América, ha empeorado significativamente en los últimos años. Las pandillas, que buscan derrocar al primer ministro Ariel Henry, han logrado tomar control del 80% de Puerto Príncipe.
La responsabilidad recae tanto en las autoridades cubanas como en la comunidad internacional para garantizar que estos ciudadanos no se conviertan en meras estadísticas de una crisis olvidada. Que la respuesta a esta situación sirva como testimonio del compromiso con la vida y la dignidad de cada ciudadano cubano, no importa dónde se encuentren.
