Cuba enfrenta hoy una realidad sombría: una catástrofe demográfica que la desangra lentamente. La población cubana, que según el Censo de Población y Vivienda de 2012 era de 11.167.325 habitantes, ha visto una disminución alarmante. A finales de 2022, la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) reportó 11.089.511 residentes, una cifra que muchos cuestionan por su falta de rigor y precisión.
Un artículo publicado en La Patria, indica cómo la emigración masiva ha sido un factor clave en este declive poblacional.
El texto señala que, desde 2013, las políticas migratorias se han relajado, permitiendo que solo en los últimos dos años, casi medio millón de cubanos – las cifras hablan de 425 mil – hayan partido hacia Estados Unidos.
Las cifras actuales se desconocen, pues el gobierno optó por suspender el censo que tenía previsto, pero el Padrón Electoral, con su exactitud cercana a la de un censo, puede darnos una idea que es en realidad una verdad más cruda.
Tras las «elecciones» del 26 de marzo de 2023, se registraron 8.129.321 electores. Considerándose que la población menor de 16 años no puede votar, ello arroja una estimación de habitantes en Cuba cercana a los 10.244.776 millones de habitantes; una disminución de 922.549 personas con relación al censo realizado en el 2012.
La situación económica de Cuba es tan grave que incluso Gran Caimán, un territorio insular británico conocido por su estabilidad financiera, turismo de lujo y férreo control migratorio, se ha convertido en un pretendido destino para los cubanos, a sabiendas que allí las puertas no están para nada abiertas a ellos.
La periodista Loraine Pino, en un artículo publicado en El Toque, la llama una «ruta inusual», si bien el número de balseros cubanos llegados y detenidos durante décadas en ese territorio es notorio. Unos caen por accidente, otros no tanto; la mayoría, para no ser absolutos y decir que todos, son devueltos a la isla.
El texto publicado señala que hasta el 18 de septiembre de 2023, 119 cubanos se encontraban bajo el cuidado del Servicio de Aduanas y Control de Fronteras de Islas Caimán; un hecho que pone de manifiesto la desesperación de aquellos que se lanzan al mar en busca de un futuro mejor.
Lo cual es cierto. Si tenemos en cuenta la baja tasa de asilos políticos concedidos en ese territorio, en un proceso de solicitud de asilo que está plagado de desafíos, con cambios legislativos que buscan agilizar las audiencias; con el costo de gestionar esta migración superando los 1.7 millones de dólares en 2023, sin contar los gastos de repatriación, no hay dudas que allí, a los migrantes, «no los quieren y no los necesitan».
La «inusual ruta» es también peligrosa, indica el medio, señalando que entre 2021 y 2023, se registraron 57 eventos trágicos asociados a migrantes cubanos en Islas Caimán, con 13 fallecidos y 14 desaparecidos.
Existe una gran ironía detrás de todo esto y es que, antes de 1959, eran los ciudadanos de Caimán los que arriesgaban su vida, en precarias embarcaciones, para emigrar hacia Cuba. Más de medio siglo después el camino es a la inversa, y Gran Caimán se ha convertido en un destino para los cubanos, en busca de la dignidad y la esperanza que su patria no parece poder garantizarles.
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