La cantante cubana Jenny Sotolongo ya no quiere ser recordada como “la niña comunista” o “la gordita de la Tribuna”. A sus 34 años, considera esas etiquetas como un estigma que arrastra en contra de su voluntad, algo que le ocasionó más traumas que beneficios a lo largo de su vida adulta.
En declaraciones para Cubanet, Jenny Sotolongo reveló que lleva viviendo en los Estados Unidos desde el año 2014. Primero escapó de una misión cultural en Canadá y meses después cruzó frontera para radicarse por un tiempo en Las Vegas.
“Mi esposo y yo creamos una compañía de remodelación en el área de la construcción que fue nuestro sustento por varios años”, dijo a Cubanet. “Posteriormente, decidimos comprar una casa en Houston, Texas, donde actualmente vivo, y aventurarnos en el negocio del transporte de cargas con camiones. Al mismo tiempo he trabajado siempre en lo que más amo: crear música”.
Jenny, natural de Ciego de Ávila, tiene sentimientos encontrados con la etapa que más la marcó en su vida, la forma en la que Fidel Castro la utilizó como trofeo ante el mundo, como una herramienta más de propaganda, aun siendo muy niña. A los 7 años fue elegida para cantar en una Tribuna Abierta, ante cientos de miles de personas.
La admiración que una vez sintió por el fallecido líder cubano ya se ha esfumado. Mucha gente decía que le habían regalado una mansión en la playa y otra en la ciudad, pero la realidad es que nunca gozó de esos supuestos lujos.
“Lo conocí y compartí algunos momentos con él, siendo una niña y en aquel tiempo la visión que tenía del mundo y su persona era muy diferente a la que tengo hoy. Ahora es inevitable verlo como la causa determinante de lo que ha vivido por tantos años y vive el pueblo cubano. Es imposible no verlo como el responsable de la situación de Cuba”, dijo Jenny, madre de dos niñas.
La joven cantante confiesa que no disfruta hablar de política, tampoco la entiende mucho. “Pero de forma contradictoria he estado en medio de ella, inocentemente, durante años. Esto fue un trauma durante toda mi adolescencia y mi relación con los actos políticos”.
“He sido por mucho tiempo mal juzgada. Solo por haber participado en aquellos eventos me han esquematizado, ofendido. Incluso me han hasta culpado por cosas que en esa época, siendo una niña, no conocía ni entendía. Sí, fui ‘la niña de la tribuna’ pero jamás me sentí como ‘la niña comunista’”, sentenció.
