Anciana cubana no puede comprar medicamentos del tarjetón

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La carta de una cubana al diario oficialista Juventud Rebelde parece la «crónica de una enfermedad anunciada». Su madre, anciana, se queja de que no puede comprar un medicamento que necesita para su ya añejo corazón. Es de esos medicamentos regulados, pero cuando viene a la farmacia casi nunca puede adquirirlo.

Dice el gestor de la columna, Pepe Alejandro, que cartas similares a esta «llueven» en su buró. Cartas que de algún modo reseñan «las dificultades que están afrontando personas de la tercera edad, sobre todo en la capital, en las interminables colas para adquirir los medicamentos cuando arriban a las farmacias».

«Más de una vez aparecen aquí quejas al respecto», señala Pepe al inicio de la nota que explica los malabares en la vida de la madre de Marta Yabor Ballbé, quien sin dudas con ese nombre no debe ser otra que la destacada locutora cubana, aunque Pepe Alejandro no haya hecho mención al detalle o simplemente no haya reconocido de quien se trata.

Marta se queja a nombre de su madre, residente en Bouza 268, entre Cumbre y Teresa Blanco, reparto Asunción, Lawton, en el municipio habanero 10 de Octubre. La anciana tiene 83 años, posee su tarjetón de medicamentos para su cardiopatía, los cual debe adquirir en la farmacia de Teresa Blanco y Jardines, allí en el reparto Asunción; pero «casi nunca puede adquirirlos».

Según le ha hecho saber su madre a Marta, las colas para adquirir los medicamentos en esa farmacia son de ampanga.

«Hay personas que duermen allí y acaparan los turnos», refiere Pepe en su nota en la que dice que, la señora «va a marcar a las seis de la mañana, porque no puede arriesgarse antes del amanecer, en la oscuridad».

Aunque llega a esa hora, tempranito en la mañana, casi siempre hace entre el 50 y el 70 en la cola, sin siquiera tener la certeza de que cuando le toque comprarlo -muy probablemente al mediodía o a la una o a las dos, ya no alcance. Y son «medicamentos que requiere… para vivir».

De hecho, ni siquiera a las 2:00 pm ella ha logrado pararse en el mostrador delante de la farmacéutica.

Y así lo cuenta. Desgloso los puntos, uno a uno para que haga «pase de lista». Como en una cola.

  • Los ancianos permanecen en la cola seis y siete horas.
  • Cuando les llega el turno, muchas veces el medicamento se acabó.
  • La farmacia abre a las 8:00 am.
  • A las 12 del día apenas han despachado a diez personas.

Por si fuera poco, cuenta Pepe Alejandro, «el responsable de la farmacia ha dicho que ellos no tienen obligación con lo que suceda en la cola. Y tampoco ponen en lista la cantidad de medicamentos que llegaron».

La anciana le ha contado a su hija, y así ella lo ha hecho saber en la carta que le ha escrito a Pepe Alejandro, que «a la 1:00 pm la mitad del personal de la farmacia se va, y se quedan una o dos personas atendiendo la cola, con tremendo disgusto y ganas de terminar, al punto de que no se puede preguntar cuánto medicamento queda».

«Cualquiera se infarta allí (…) Ya no dan más las quejas», dice al final de su trabajo Pepe Alejandro, quien sin dudas debería conocer y apoyar la labor que en Madrid hace la exiliada Masiel Rubio, que ha logrado acopiar en 5 meses 4 toneladas de medicamentos para enviar gratuitamente a Cuba, y Pepe Alejandro ni siquiera le ha hecho llegar una notica de agradecimiento.

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