La escena hoy, ante la crisis epidemiológica que se vive en Cuba con brotes de virus conocidos como el dengue, Zika, Oropouche y Chikungunya, se desplaza a ciudades como Valencia y Madrid, donde se multiplican llamados prácticos.
El caso de Rud se suma a una realidad que en los últimos años ha dejado de ser excepción: la intermitencia de antibióticos y de otros fármacos esenciales, la dependencia de importaciones irregulares, las deudas con proveedores, la carencia de insumos y los baches logísticos que convierten cualquier tratamiento en una carrera de obstáculos.
En Cuba, donde los mecanismos formales de asistencia suelen ser lentos o insuficientes, Facebook y WhatsApp funcionan como tablón de anuncios, oficina de coordinación y, muchas veces, única ventanilla de esperanza. Hay una ética de la proximidad que se activa: quien no tiene dinero ofrece transporte; quien no puede donar sangre replica la convocatoria; quien no posee colchones pregunta por tallas de ropa; quien vive fuera enciende la cadena de remesas o compra en línea.
El caso del hospital “Marie Curie” es presentado como símbolo de un patrón de abandono institucional: mientras el Estado invierte en hoteles y torres de lujo, los enfermos de cáncer sobreviven sin medicinas ni condiciones básicas. Para los familiares, la indignación se resume en una pregunta reiterada: ¿hasta cuándo el pueblo tendrá que pagar con su vida la indiferencia de quienes gobiernan?
El Dr. Hugo Romeu, de 70 años, fue condenado por falsificar documentos para encubrir la venta de Viagra falso importado desde Hong Kong. La Junta Médica de Florida le revocó la licencia tras años de antecedentes cuestionables.
Detrás de esta narrativa gubernamental se esconde una realidad mucho más cruda: el Estado cubano, incapaz de satisfacer la demanda interna de productos esenciales, delega en los ciudadanos la responsabilidad de abastecerse a través de importaciones individuales. En términos prácticos, la exención es una válvula de escape que permite amortiguar el descontento social, sin que el gobierno tenga que asumir directamente los costos de importar estos bienes.
La oferta del ministro de Salud a la OPS y a los países de la región de compartir la "experiencia cubana" en la producción de medicamentos no solo es irónica, sino casi insultante para aquellos que conocen la verdadera situación en la Isla. Es un triste recordatorio de que, en la Cuba actual, las palabras del gobierno tienen poco que ver con la realidad.
La situación actual del sistema de salud en Cuba es crítica, y el futuro se ve sombrío. Con una infraestructura colapsada, una creciente fuga de médicos y la proliferación de prácticas ilegales, el riesgo de muertes evitables sigue en aumento.
El incidente fue cubierto por el programa de televisión "Callejeros", que se centra en los controles fronterizos, y mostró cómo los agentes de la Guardia Civil encontraron numerosos paquetes del medicamento durante una inspección rutinaria.
A pesar de las preocupaciones sobre el mal uso de la política y los rumores sobre su posible conclusión, la extensión anunciada hasta junio representa un respiro para las miles de familias cubanas que dependen de este alivio para escapar de la hambruna y las enfermedades.
En un caso que ha conmocionado a muchos online, un niño de tres años identificado como Enmanuel Rivera Campos, quien sufre de un tumor cerebral, ha estado esperando tratamiento en el Hospital Infantil Sur de Santiago de Cuba.
la crisis económica de tres décadas ha afectado la infraestructura y la calidad de los servicios de hospitales y policlínicas. La pandemia de COVID-19 ha dado un golpe adicional a las industrias nacionales, incluyendo las que producen medicamentos e insumos médicos.