A la «ruleta rusa», con los migrantes cubanos

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Hay una imagen recurrente en la cabeza de un amigo, cubano, ya emigrado, que ilustra muy bien el motivo de los migrantes cubanos para abandonar la isla, y es esta: su padre, anticomunista conversaba con su madrastra, revolucionaria hasta la médula, y le pregunta: «Vieja, yo lo que te pregunto es, ¿por qué si esto está tan bueno y este tipo es «el caballo» – se refería a Fidel, en una de las habituales intervenciones en la Televisión – la gente se sigue yendo y yo no veo que nadie venga para acá?.

Ambos personajes de esta historia, real 100%, ya fallecieron, pero si de un lado roza el drama de los migrantes cubanos, del otro resume muy bien una idea: ¿pueden llevarse bien dos personas con ideologías diametralmente opuestas? Claro que sí. Siempre que exista el respeto.

Al menos a eso aspiraron ayer las delegaciones de Cuba y EE.UU. que se sentaron en la mesa de conversación a discutir el tema migratorio.

Antes de analizar esta reunión y el drama que viven hoy cientos de migrantes cubanos en el mundo, es necesario señalar una verdad concluyente: migrar nunca debería ser la solución.

¿O sí?

Lo expreso porque tal parece que ambas delegaciones – la cubana y la estadounidense – insisten en resolver un problema como si al hacerlo, estuviesen resolviendo el todo. La migración de los cubanos a la tierra que los acoja, no es la solución. El problema de Cuba no se resuelve, aun Estados Unidos cumpliendo con las 20 mil visas anuales no, dando 40 mil, 50 mil. El problema de esa migración es otro.

Cuba, como siempre, lo achaca al embargo.

Cuba insistió ayer en la añeja teoría de culpar a los EE.UU. por el éxodo masivo de cubanos tras la celebración de esta ronda migratoria, que se supone sea la primera de muchas de las rondas que verdaderamente no van a solucionar el problema migratorio cubano y de los migrantes cubanos.

Una vez más el gobierno de Cuba culpó a los Estados Unidos por el éxodo masivo de cubanos, y las pruebas están en Twitter.

En un comunicado emitido ayer, horas después de concluido el encuentro, el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex) cubano dijo que reitera su «preocupación por las medidas del gobierno estadounidense que estimulan la migración, impiden la migración legal y ordenada, y generan las condiciones socioeconómicas que incitan a la emigración» en Cuba.

El MINREX aludió al «reforzamiento extremo del bloqueo económico» y aseguró que este, y otras medidas implementadas durante la administración Trump y que el gobierno de Biden mantiene vigentes «provocan pérdidas de vidas y la comisión de delitos de tráfico ilícito de migrantes, fraude migratorio y trata de personas, situación que afecta a los dos países y a la región».

Por si fuera poco agregaron que EE.UU. está violando los acuerdos migratorios desde el 2017.

Comunicado del Departamento de Estado de EE.UU. finalizada la reunión con las autoridades cubanas. Captura de pantalla

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Pero, ¿cuántas cosas no viola el gobierno de Cuba?

Sin dudas, ver la paja en el ojo ajeno ha sido la tesis que el MINREX y el gobierno cubano ha tenido, como viga clavada en su ojo durante años. En el colmo de su cinismo, el país que tiene regulados a cientos de cubanos para que no salgan del país, el país que durante años impuso una Carta de Invitación y una Carta Blanca, el país que no permite el reencuentro familiar de cubanos a los que no deja entrar a su territorio, ni siquiera en un crucero, con familiares que residen en la isla acusó a Estados Unidos de «obstaculizar y violar los derechos de los cubanos a viajar a terceros países del área».

Risible no, ridículo. Y al parecer el encuentro entre diplomáticos de ambos países, entre el viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Carlos Fernández de Cossío Domínguez y la subsecretaria de Estado del Buró de Asuntos del Hemisferio Occidental, Emily Mendrala, no tuvo los resultados esperados.

Más allá del encontronazo entre quienes no sufren el drama migratorio

Mientras Carlos Fernández de Cossío Domínguez y la subsecretaria de Estado del Buró de Asuntos del Hemisferio Occidental, Emily Mendrala, se daban cabezazos a ver quién tenía más culpa que el otro en el tema migratorio, y jugaban a la ruleta rusa con el destino de los migrantes cubanos olvidando ambos la verdadera génesis del problema, en Honduras detenían a 14 cubanos, migrantes irregulares los 14, según informaban medios locales.

También, el cubano Yoandry Calderón, el cubano que en días pasados fue noticia por negarse a retornar a su hijo de cuatro años con su madre en La Habana, anunció que decidió enviar al pequeño de vuelta a su país.

Otros migrantes cubanos, los que están detenidos en una cárcel de Ucrania, denunciaban por esas horas ser víctimas de las irregularidades en el tratamiento de su caso por parte de las autoridades migratorias.

Los cubanos, que se se encuentran presos en Ucrania por ser inmigrantes ilegales, fueron noticia desde el comienzo de la guerra entre Rusia y Ucrania. Desde entonces han pedido ayuda reiterada para abandonar el país donde se encuentran, temerosos por sus vidas.

Si hablamos de juegos con la vida de los migrantes cubanos, el caso de estos 13 cubanos es el vivo ejemplo de ello.

Las autoridades de Ucrania insisten en negociar su salida hacia Cuba. Ellos, que escaparon de Cuba, insisten en que ellos no tienen nada que ver, ni quieren tener que ver con las autoridades del país del que salieron huyendo por cuestiones lógicas y entendibles hasta para un mediano conocedor del drama de los migrantes cubanos.

Los cubanos entraron a Ucrania procedentes de Rusia el 2 de abril y fueron detenidos el 9 de abril, cuando intentaban cruzar la frontera hacia Polonia de modo ilegal.

Cuatro días después fueron llevados a juicio. Les dieron cuatro días para abandonar Ucrania, pero la policía los volvió a recoger y no los dejó marchar, a excepción de cinco de ellos, que sí lograron salir y abandonar Ucrania.

Este jueves las autoridades ucranianas celebraron un segundo juicio a los cubanos y los sancionaron a 6 meses de prisión.

Ningún medio cubano ha abordado el drama de estos migrantes cubanos retenidos en Ucrania al parecer en contra de su voluntad. Solo el portal Cibercuba, un portal independiente que a menudo es vapuleado por el gobierno de la isla y acusado de mercenarios sin mostrar siquiera una sola evidencia de ello, entrevistó a una de las prisioneras y a Sacha Borrego, una enfermera cubana residente en Ucrania.

La primera dijo:

«Nosotros sí queríamos irnos, pero ellos no nos dejaron salir en libertad»; la enfermera dice ser testigo de que eso es cierto y dijo que «fue testigo de que a los jóvenes cubanos la policía no los dejaba abandonar el país» y añadió en su declaración que «para retenerlos alegaban que debían recibir la autorización de entrada a otra nación.»

¿Por qué se van?

Esa es la pregunta que se hace el articulista cubano Carlos Cabrera Pérez en uno de sus acostumbrados análisis sobre el drama cubano.

De hecho, no es siquiera una pregunta lo que se hace Carlos ni tampoco un cuestionamiento a la actitud de los cubanos, cada día más notoria, de querer emigrar de la isla; más bien es un compendio de razones de por qué lo hacen.

Señala Cabrera Pérez que «muchos cubanos se van de Cuba porque ven que sus parientes y amigos emigrados gozan de la libertad y derechos»; porque «aun estando en crisis económica sus países de acogida, viven decorosamente y ayudan; mientras ellos viven en el absurdo que convierte la discrepancia en traición, la falta en delito y un pan en artículo de lujo.»

Se van, añade, «por la incongruencia entre su vida real y la falacia de la dictadura más antigua de Occidente, que pretende seguir privatizando ganancias y socializando pérdidas, mientras usa la pobreza como herramienta de sometimiento, culpa a Estados Unidos de todo lo malo y convierte en enemigos a quienes se apartan, privándolo de derechos y sometiéndolo a todo tipo de arbitrariedades.»

Porque «no pueden ser libres, ni siquiera ciudadanos; solo combatientes de una cruzada verde oliva permanente y empobrecedora, mientras el gobierno alardea de libertad, soberanía y felicidad colectiva, con el presidente llamando a la guerra civil, encarcelando a miles de víctimas, incluidos jóvenes y adolescentes y amenazando.»

Es una verdadera lástima que el padre de ese amigo al que hacía referencia en el primer párrafo de esta nota, no pueda leer las numerosas razones que expresa Cabrera Pérez para explicar por qué hay tantos migrantes cubanos desperdigados por el mundo, siendo noticia. Que no pueda leerlas, no porque no «quiera», sino porque como dijimos, ya falleció.

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