La pista de una víctima que dieron por muerta, pero sobrevivió, condujo a la captura de los presuntos asesinos del empresario cubanoamericano Roberto Medina, fundador de una MIPYME en Camagüey: dos hombres, en presunta complicidad con una mujer, fueron finalmente detenidos, pero no gracias a la investigación policial, si no al testimonio de una persona que vivió para contarlo…
Ocurrió en el poblado de La Isabel, antaño famoso por una juguera surtida, que era parada obligada para los vehículos que iban de la Autopista Nacional a la Carretera Central, y viceversa. Con la plaga que acabó con los vastos naranjales de la zona primero desaparecieron los jugos, luego las fuentes de ingresos, y eventualmente la moral: la inseguridad alcanza en la región niveles alarmantes, como en el resto de la isla, donde están proliferando las noticias de asesinatos para robar y feminicidios que no son reconocidos como tal.
Es que las solitarias carreteras interiores de Matanzas, en particular las que atraviesan los descampados que alguna vez fueron un emporio citrícola entre Jovellanos y Jagüey Grande, se prestan para asaltos como los que cada vez con más frecuencia -y más barbarie- visten de luto a familias en Cuba.
Vecinos de La Isabel relataron a Cuballama el episodio ocurrido la semana pasada, del que los medios oficiales no se hicieron eco, aunque su modus operandi se parece al de tantos asaltos reportados en redes sociales y portales independientes. Esta vez, una mujer con lo que parecía un bebé en brazos le pidió “botella” a un auto en las inmediaciones del poblado, y más adelante, en tramo desolado, le pidió al chofer que le diera un chance para orinar, que ya no aguantaba las ganas. Cuando paró el carro, arrancó la tragedia…
Casi de inmediato dos hombres se montaron por la puerta trasera y maniataron al chofer. Lo sacaron del carro y comenzaron a golpearlo y patearlo con saña. Según relató luego, dos veces lo dejaron y viraron para seguirle pegando, aún cuando estaba inerme en la cuneta. Solo cuando la víctima estuvo segura de que no regresarían por más, comenzó a arrastrarse hacia un caserío cercano, donde pidió ayuda. El cuento en La Isabel es que la golpiza fue tal, que pasó días en el hospital, “más cerca del otro mundo que de este”, pero pudo recordar par de nombres que le escuchó a sus agresores, y se los dio a la Policía.
Cuentan en el pueblo que el despliegue policial que vino entonces era digno de una película del sábado: hasta tropas especiales para capturar a los asaltantes. El criterio de los vecinos es que el despliegue obedeció al caso de Medina, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado hace una semana en una laguna cercana de Jagüey Grande, maniatado con alambres y con piedras para hundirlo.
En ese caso se barajó la hipótesis del crimen pasional, pero fuentes allegadas a Medina lo desmintieron, y la reciente captura de los ladrones de carros parece confirmarlo. Mientras, en varios grupos de Facebook hay denuncias de dueños de carros desaparecidos tras ser alquilados, y al menos hay un asesinato confirmado, en La Habana. La distancia geográfica entre los reportes hace dudar de que se trate de una sola banda…
