Un pescador brasileño sobrevivió dos días en el mar agarrándose a una boya después de caerse de un bote el día de Navidad, dijo el portal de noticias brasileño G1.
El pescador brasileño de 43 años había sido declarado desaparecido después de que su bote fuera encontrado flotando solo en el Océano Atlántico frente a la costa de Brasil; pero, sorprendentemente, el hombre logró nadar hasta una boya y se aferró a ella con la esperanza de que alguien lo viera.
¡Y así fue!
El nombre de este pescador brasileño es David Soares, y logró sobrevivir en el mar durante dos días enteros colgándose de una boya. ¡De pie!
Imágenes impactantes tomadas desde el «bote rescatista» muestran el momento en que otro pescador brasileño descubrió al hombre, que se aferraba a los hierros como si su vida dependiese de ese agarre.
En declaraciones a G1, Soares, conocido como «Leandro» por su comunidad pesquera local, pudo contar, ya a salvo, su increíble experiencia.
Dijo que todo comenzó el domingo (25 de diciembre) cuando este pescador brasileño decidió hacer salir a pescar a la playa de Atafona. Sin embargo, ya en alta mar, lo que hizo fue caerse de su embarcación.
Cuando su familia notó su ausencia avisó a la Marina. También ellos se pusieron a buscarlo por su cuenta, pero no lo encontraron. Fueron sus colegas los que hallaron el bote.
El hombre señaló que «los primeros 10 minutos fueron los más difíciles», pues dice que durante ese tiempo estuvo intentando llegar al bote a toda costa, pero la marea se lo impidió. Las olas alejaron el bote y a este hombre solo le quedó obrar por un milagro.
Como este no llegaba, y a pesar de encontrarse en una situación de mucho stress, el pescador brasileño pensó con claridad.
Lo primero que hizo fue quitarse la ropa porque esta pesaba mucho mojada. Luego decidió dejarse llevar a la deriva, por las olas, así no perdería fuerzas inutilmente.
«Decidí dejar que las aguas me llevaran para usar menos fuerza y avanzar más rápido. Y tardé unas cuatro horas nadando en llegar a Porto do Acu, en las boyas.»
Eventualmente su plan resultó porque, a unos 8 kilómetros del lugar dónde se cayó del barco, encontró una boya de señales.
Alcanzarla, sin embargo, no fue fácil.
«Había oleaje, viento…,» dijo.
Pero la alcanzó. Se subió a ella, y esperó allí, de pie, por el milagro que necesitaba.
El primer día no ocurrió nada, pero al segundo día avistó un bote.
«Muchas veces pensé que me iba a morir de frío hasta que llegó la ayuda», dijo.
Fue llevado ante el personal médico que lo atendió por deshidratación.
Ya recuperado, este hombre volvió a su oficio: la pesca.
Dice haber aprendido una lección. Dice que ha tenido una segunda oportunidad en la vida y que espera ahora ser «un mejor hombre».
Eso incluye, no caerse nuevamente del bote en alta mar.
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