Padre de enfermera que se suicidó en La Habana huye de Cuba

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El cubano Lázaro Villafranca, padre de la joven enfermera que se quitó la vida en La Habana a inicios de año, se vio obligado a abandonar la isla.

Según contó Villafranca al periodista Mario Pentón, tras denunciar ante varios medios independientes las razones que llevaron al suicidio de su hija, fue despedido de su trabajo y acosado por los órganos de represión del Estado cubano.

Villafranca, que actualmente se encuentra de manera irregular en la ciudad de Tapachula, en México, describió la persecusión que vivió en Cuba por culpar al sistema político-social que rige en el país y no al personal médico, de lo que le ocurrió a su hija.

De acuerdo con lo que narró Villafranca, fue asediado por la Seguridad del Estado a tal punto que su hijo menor, de 11 años y con una distrofia nutricional, se traumatizó porque pensó que “los policías” iban a “matar” a su papá y tuvo que ver a un psicólogo. 

Villafranca detalló además que, a raíz de las protestas masivas que ocurrieron el 17 de marzo sobre todo en el oriente de Cuba, colocaron vigilancia policial fuera de su casa para evitar que él saliera a manifestarse.

En un incidente que conmovió a la comunidad cubana, Giselle falleció el miércoles 24 de enero poco después de las siete de la tarde tras lanzarse al vacío desde el octavo piso del Hospital Docente Clínico Quirúrgico Miguel Enríquez, en el habanero municipio de Diez de Octubre, donde estaba ingresada por quinta vez como paciente psiquiátrica. 

Al respecto, su padre reveló que durante los meses previos al trágico accidente, su hija estuvo ingresada varias veces en el citado hospital, mejor conocido como La Benéfica, al que su familia la trasladaba por sus propios medios porque no había combustible para que lo hiciera una ambulancia.

Al mismo tiempo, Villafranca, quien vivía a unos 600 metros de La Benéfica, dijo que al parecer tampoco hubo combustible para que el personal de Medicina Legal llegara a recoger el cadáver de su hija, que permaneció hasta pasadas las 11 de la noche como “un animal tirado” sobre la placa de un techo del centro de salud.

Nunca hubo combustible, sin embargo, resaltó, “cuando ella se suicidó sí hubo cinco guardias operativas, cuatro camiones de la Brigada Especial y ocho patrulleros” que rodearon el hospital tras lo sucedido, por temor que hubiera “cualquier tipo de revuelta”.

“¿Cuándo llegará un momento en que estas cosas no sucedan más? ¿Cuándo llegará el momento en que seamos libres? Porque cuando seamos libres, estas cosas no van a suceder más. Ya yo no tengo vida”, dijo entonces el padre de la joven a Martí Noticias.

Si bien reconoció que en Cuba no hay una buena atención médica, ni medicamentos, ni higiene en los hospitales, Villafranca culpa al sistema de todo porque “en Cuba hay una dictadura letal, como sabe todo el mundo”. “Es imposible que un médico sea el responsable de lo que le sucedió a mi hija”.

“¿Qué profesional de la salud puede sentarse a consultar un paciente en plenitud de forma profesional sabiendo que cuando termine ahí no tiene transporte para llegar a su casa y si tiene un niño o un anciano no sabe si mañana va a desayunar o va a comer ese día?”, manifestó.

Por otro lado, la familia por parte de madre de Giselle, quien dejó a una niña de tres años de edad, alegó que existió negligencia en la atención médica que recibió.

“Porque mi hija tenía esquizofrenia descontrolada y el medicamento que le estaban dando no era para esa enfermedad. El medicamento (que le daban) la mantenía sedaba, pero no salía de ese paso”, señaló al respecto José Francisco Santana, padrastro de la fallecida.

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