La conferencia de Obispos Católicos de Cuba declararó que la mayoría del pueblo cubano no está de acuerdo con el matrimonio igualitario que propone el nuevo Código de Familias que en estos momentos se somete al criterio de todo el pueblo cubano, aunque consideran que este “fue muy claro en la discusión previa a la aprobación de la Constitución actual del 2019. Es una constatación innegable que la mayoría de los cubanos quiso que se mantuviera la definición de matrimonio como la unión de un hombre y una mujer, tal y como aparece en el actual Código de Familia de 1975.”
Proponen los obispos cubanos que el nuevo Código no se someta a votación de conjunto sino “los artículos o capítulos por separado”, pues esto “permitiría resaltar las grandes coincidencias que se encuentran en los aspectos positivos; y probablemente eliminar, matizar y mejorar aquellos que tanta preocupación y perplejidad suscitan en una parte considerable del pueblo”.
Las autoridades religiosas comentan en su comunicado que el actual código reconoce “implícitamente, que dicha unión, por las condiciones biológicas y psicológicas propias del ser masculino y femenino, son las que permiten la complementariedad en el amor de dos personas creando el ámbito natural para procrear y hacer perdurar la especie humana. Esta realidad natural es la que debe ser fortalecida y preservada por la ley y nunca debilitada”, y advierten que el nuevo está “permeado por lo que se conoce como ʽideología de géneroʼ”.
La Iglesia Católica califica actualmente de ideología los “estudios de género” llevados a cabo por intelectuales y científicas sociales feministas, que están basados sobre enfoques multidisciplinarios. Al ser asumidos estos estudios como ideología, y no como filosofías o ciencias sociales, son calificados o descalificados como “construcciones de ideas que quieren implantarse por la fuerza a la realidad y acaban distorsionándola, apartándose así del pensamiento occidental que nació justamente como un dejarse impactar por la realidad y, a partir de la realidad y de los datos que ella misma nos ofrece, organizar nuestras ideas, nuestros hábitos y comportamientos”, según la declaratoria de los Obispos.
Los religiosos cubanos muestran desacuerdo con postulados de estos estudios que validan la capacidad de los individuos para escoger libremente sus identidades sexuales, y razonan que “el ser humano no tiene que respetar un dato previo de tipo biológico, fisiológico, hormonal y psicológico, entonces el hombre está llamado a construirse a sí mismo y rehacerse y reidentificarse continuamente, y pareciera que no hay ningún límite que no pueda o deba transgredir. Una mirada atenta a la historia demuestra que cuando el hombre rompe las leyes de la naturaleza, el final no es feliz para él, fijémonos en el cambio climático”. Los Obispos comparan así la reasignación de sexo o de identidad de género con el daño al medio ambiente.
El comunicado de los obispos cubanos dice que esta “ideología de género” está presente “en los artículos del Proyecto que redefinen el matrimonio, en aquellos que hablan de la ʽgestación solidariaʼ, la ʽfiliación asistidaʼ y la adopción. La misma introducción del nuevo concepto de ʽresponsabilidad parentalʼ y ʽautonomía progresiva del menorʼ, dentro de un contexto ideológico, crea suspicacias y ambigüedades que debilitan el otro concepto que es la ʽpatria potestadʼ”, a los que le señalan “no pocas contradiciones”.
Pues notan artículos que “afirman adecuadamente que se quiere proteger a los niños” y otros “donde pareciera que los niños son los que menos cuentan. Sostenemos que no existe un derecho a tener un hijo por cualquier vía, sin embargo, todo hijo tiene derecho a tener un papá y una mamá. Y en caso de que la vida y lamentables circunstancias lo hayan impedido, la legislación debería procurarlo, no al revés. Un hijo es una persona, no una cosa ni un capricho”.
El comunicado además polemiza sobre una “exaltación de los elementos subjetivos” que los obispos notan en el Código, porque “categorías como afecto, respeto, felicidad y amor son entendidas de innumerables modos en la cultura contemporánea” y así “alguien puede justificar su infidelidad matrimonial, por ejemplo, porque también ama o siente afecto por otra u otras personas: lo que hoy se denomina ʽpoliamorʼ. O descuidar a sus hijos o padres ancianos, porque se tiene derecho a ser feliz y nada debería interponerse a ello”.
La declaración de los obispos cubanos sigue la línea de la iglesia católica que se opone a los derechos humanos de contraer matrimonio entre personas del mismo sexo, uno de los reclamos fundamentales de la comunidad LGBTIQ en Cuba y en muchas partes del mundo.
