La historia de Nathalie Piloto, una joven cubana profesional, que se desempeñó incluso como profesora en una Universidad en la isla, pudiera servirle de ejemplo a muchos que argumentan que, el problema de la emigración cubana es «económico».
Esta profesora cubana, que abandonó las aulas universitarias donde enseñaba, y se reubicó como Relacionista Pública en un hotel, demuestra que el problema no es solamente económico.
Si fuera económico, ni ella, ni miles de emigrados cubanos que al momento de marcharse de Cuba se desempeñaban como trabajadores del sistema de Turismo en la isla, se hubiesen ido.
Es incluso un problema cercano. Conozco decenas de casos de personas que ganaban hasta mil, dos mil y tres mil dólares al mes, como trabajadores en hoteles de Varadero, la Habana y Cayo Largo del Sur, que se fueron del país y no tenían problemas económicos. Ninguno. Tenían uno solo: no eran libres.
Así, con detalles más o detalles menos, le sucedió a esta joven cubana, profesora universitaria que, incluso teniendo la posibilidad de comprar huevos y leche en supermercados en Moneda Libremente Convertible – artículos que, por demás, se han vuelto un lujo en Cuba – decidió emigrar porque comprendió que «su malestar» no era económico. Era político.
Con 25 años, esta joven cubana ha encontrado un nuevo comienzo en Collingwood, Canadá, tras huir de su país natal hace un año.
En una entrevista reciente para la serie «People of Collingwood», Piloto compartió su historia, en la cual señala que nunca había considerado irse de Cuba y alejarse de su familia.
Sin embargo, la creciente represión política y la falta de libertades la empujaron a tomar una decisión drástica. Tras ser despedida de su trabajo en un resort por no asistir a un desfile político obligatorio, Piloto decidió seguir los pasos de su hermano y buscar refugio en Canadá.
Ahora, en Canadá, Piloto ha debido adaptarse a un clima y una cultura completamente diferentes. Actualmente trabaja como mesera, pero su sueño es volver a enseñar, aunque como solicitante de asilo, aún no puede tomar cursos o asistir a la escuela.
A pesar de los desafíos que actualmente enfrente como migrante, esta joven profesora cubana se siente afortunada y agradece a Canadá por la oportunidad que le brinda de poner tener un futuro mejor.
Su historia es un recordatorio conmovedor de la resiliencia humana y de la búsqueda constante de libertad y oportunidades; pero sobre todo es un desmentido profundo a aquellos que hablan de «emigración económica». En el caso cubano, la migración es, y siempre será, política. Y eso, lo sabe muy bien el gobierno cubano.
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