Hace varias décadas se instalaron en Cuba un conjunto de posadas donde los cubanos, sin vivienda propia o convivientes con demasiadas personas en casa, usaban este tipo de sitios íntimos para tener sexo, hacer el amor o echar, digamos, una canita al aire. Los precios generalmente eran asequibles para la mayoría y por lo general no faltaban los clientes en estas habitaciones en las que algunos entraban con la pena dibujada en el rostro.
Pero como la mayoría de las cosas en Cuba este contexto cambió y no lo hizo lógicamente para bien. La gran mayoría de las posadas han desaparecido y su lugar ha sido suplantando por casas de alquiler a precios prohibitivos para el cubano promedio.
O sea el sexo como todo en Cuba se ha encarecido y los cubanos han tenido que recurrir a las opciones de toda la vida para practicar esas relaciones amorosas que por diversas razones no pueden llevarlas a buen puerto en sus hogares. Dicho de otro modo: tener sexo en parques, en cines, en playas o en cualquier sitio al aire libre que permita la ocasión o la oscuridad.
Los precios de las “ nuevas posadas” varían de acuerdo a las condiciones que presentan o a las ofertas de bebidas y alimentos pero todos coinciden en que pagarlos no es para todo el mundo.
Como muestra un botón. Una habitación independiente en Centro Habana cuesta 1000 pesos por 3 horas con aire acondicionado y 1500 la noche entera. Mientras otro en el municipio Plaza de la Revolución viene costando 400 por 3 horas. Ambos sin más nada incluido que la habitación y la probabilidad de pasar un buen rato con tu pareja. Hay otros sitios de este tipo en el portal de anuncios Revolico que no ponen precios pero aseguran que la ocasión será especial. Imaginamos que el precio también.
El hecho es que ante la precariedad de la vivienda en Cuba y la casi nula posibilidad de que las parejas jóvenes tengan su propio hogar, la práctica de relaciones amorosas en armonía y con total intimidad se ha resentido al punto de que esta situación ha llegado a ser un factor de ruptura en muchas parejas jóvenes.
Antes, en la prehistoria de la “revolución” estos percances se solucionaban fácilmente con las posadas de siempre pero hasta el sexo se le ha complicado al cubano común y corriente cuando la sangre está a punto de explotar en las venas y las hormonas parecen que están sobre una hoguera.
En cualquier caso hay varias formas de solucionar la calentura. Ustedes ya conocen algunas y el resto cada pareja sabrá solucionarlo. Porque si en algo no escatima el cubano es en darle rienda a la pasión y al sexo en sus variantes más diversas.
A la situación descrita anteriormente con los precios de alquiler se suma la discriminación que sufren parejas del mismo sexo para acceder a estos sitios. Algunas han tenido como respuesta un «no» rotundo espetado en el rostro o una mirada sospechosa a pesar de tener el dinero para cumplir con los deseos del amor o la pasión, aunque, como ya dijimos, esta siempre tendrá la forma de canalizarse en un país que tiene en el sexo una de las vías para sentirse a plenitud ante un aguacero de dificultades que se arrecia cada día.
