En medio de la escasez de dinero en efectivo y las inmensas colas que hay que hacer para extraerlo de los cajeros automáticos, la tasa de cambio de un peso cubano (CUP) en efectivo por un peso cubano en el banco alcanza en el mercado informal de la isla un valor de 1 x 1.21.
O sea, que las ofertas de canjes de CUP que circulan en las redes sociales y los servicios de mensajería, han elevado un quinto el valor del peso en papel, según recoge este miércoles la Tasa Representativa del Mercado Informal, que actualiza diariamente El Toque.
Cuando la propia prensa oficialista ha asegurado que “la demanda de efectivo en los bancos y los cajeros sigue siendo la operación más común en estas instituciones”, es evidente que sigue tomando fuerza el negocio del cambio de CUP en efectivo por el depósito bancario en la misma moneda.
Se trata de un fenómeno que no se ha frenado ni siquiera después de que el Banco Central de Cuba (BCC) advirtiera recientemente que la venta de pesos en efectivo es ilegal, así como el cobro de comisiones a las personas que requieren o desean efectuar el pago electrónico.
Así, mientras la bancarización impuesta por el gobierno cubano solo provoca dolores de cabeza a la media de la población de la isla, quien entrega los pesos físicos obtiene cada día una mayor suma como comisión, la cual es transferida a su tarjeta.
Es una realidad que las medidas del Banco Central de Cuba solo han servido para crear un nuevo nicho de negocios, donde aquellos que necesitan tener efectivo sin pasar por las engorrosas operaciones bancarias y tienen cómo pagarlo, resuelven pagando 21 centavos de más por cada CUP que les entreguen en sus manos.
Hace apenas dos semanas, al cambio informal, un peso cubano costaba 1.10 CUP transferido o “bancarizado”; y, un mes atrás, por cada peso en papel se ponía 1.04 CUP en tarjeta.
Lo cierto es que, en tanto la bancarización genera malestar en no pocos ciudadanos, economistas, emprendedores y hasta administrativos de entidades estatales, los expertos insisten en que este proceso sería beneficioso para cualquier economía, pero solo si se tienen las condiciones mínimas creadas para lograrlo.
En la práctica, lejos de promover seguridad, eficiencia, ahorro, transparencia, inmediatez, capacidad de pago, y funcionamiento permanente, esta acelerada bancarización solo está haciendo que cada vez sean más los que “viven del invento” y que el sistema bancario cubano se ponga al borde del colapso.
Al mismo tiempo, continúan lloviendo las quejas de la población por las dificultades para cobrar pensiones, salarios o ahorros en cajeros que tienen un alto nivel de obsolescencia.
