El futuro de Cuba: chapuzas e incompetencias

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Chapuzas dictatoriales en Cuba hay muchas, pero aquí les traigo una que nunca sospecharían pudiese suceder.

En más de una ocasión se ha dicho. La famosa «política de cuadros» que la mal llamada Revolución cubana ha defendido a capa y espada durante ya varias décadas, es y será un fracaso total. Una política responsable de engavetar no pocas buenas ideas, y de impulsar a la emigración a varias de las mentes más brillantes de Cuba.

¿Cuántos ingenieros, licenciados, y hasta médicos se han visto, desde la parte inferior de la pirámide, en Cuba, discutiendo con un cuadro partidista sobre cuestiones de ingeniería, arquitectura, diseño ambiental o arte, de esas que el cuadro político desconoce hasta su abc?

Que ellos, cuadros del Partido, caigan en un puesto por obra y gracia del Estado o gobierno, ha sido visto por muchos como la «crónica de una muerte anunciada».

Entre las muchas chapuzas vistas y decisiones tomadas, de esas que pululan en el acervo popular, y que son extraídas de un hecho real, tenemos, por ejemplo, el caso de aquella funcionaria en la Isla de la Juventud que mandó a vaciar una presa para capturar peces, y -según pensaba ella- llenar de pescado los refrigeradores de los habitantes del municipio especial. Me contaban algunos residentes de la también llamada Isla de Pina en los años 2000, que se vació la presa, no apareció ni una biajaiba, y de pronto hubo una escasez con el agua en el territorio que para que les cuento.

Las chapuzas que a lo largo de la historia de la «Revolución» se sucedieron como gotas de lluvia en una tormenta, forjaron el presente de la Cuba actual.

También en los años 2000, una auditora nacional me contaba que en una auditoría se encontraron en Santiago de Cuba a un dirigente, que seis meses antes ella misma, a través de un informe dirigido a la Contraloría General, había «expulsado» de una provincia en el Occidente del país, por corrupto. Se dice que Gladys Bejerano hizo alusión a este hecho en algún momento, y que hasta Raúl Castro le preguntó que «cómo había podido suceder eso», y que Gladys María Bejerano Portela, actual Contralora General de Cuba y vicepresidenta del Consejo de Estado, no tembló para decirle a Raúl: «por la política de cuadros». El mismo PCC lo había trasladado de una provincia a otra a este funcionario cuando «explotó» por ladrón en una empresa del occidente del país.

De esta política de cuadros aún imperante en Cuba nacen esos «emisarios políticos»; gente con muy baja preparación que en la base toman decisiones muchas veces sin saber de lo que hablan. A veces hasta imponiéndose en contra del criterio unánime de todos. Al más puro estilo dictatorial.

Los emisarios políticos nacidos de la política de cuadros también irrumpieron en la escena cultural. Tenemos ejemplos. Alpidio Alonso, ministro de Cultura de Cuba es un emisario político netamente hablando. El «poeta» Alex Pausides, vicepresidente de la UNEAC, es otro. Pululan en la «escena cultural» de Cuba, gente como aquella Edith García Buchaca, que un día entró intempestivamente en la oficina de Marta Arjona -por aquellos años del llamado «Quinquenio Gris» al frente del área de Artes Plásticas del Consejo Nacional de Cultura-, para exigirle que descolgara de las salas del Museo Nacional de Bellas Artes las obras del pintor y ya desde entonces gloria de la cultura cubana, Servando Cabrera Moreno; seguramente por orientaciones ideológico-políticas.

Una Rectora de la Universidad de Ciencias Médicas, que de la Medicina ya ni se acuerda.

Ayer, luego de publicarse el trabajo Suspenden a profesor en Ciencias Médicas de Cienfuegos por ideas políticas, a este redactor lo contactó una vieja amiga desde la ciudad de Cienfuegos.

La fuente, vinculada a Ciencias Médicas, se deshizo en «elogios» hacia la Rectora de la Universidad de Ciencias Médicas en Cienfuegos, Arelys Falcón Hernández, de la cual dijo que «está ahí» porque «la puso el Partido».

La «peor» de las historias que esta fuente nos hizo con relación a la capacidad de esta más que doctora, funcionaria, ustedes ni se la imaginan.

Me reveló que la Rectora que rescindió el contrato del joven David Martínez Espinosa, esa que citó al joven a su oficina y que a menudo se quedó callada ante los planteamientos del joven -incuestionables y sinceros a más no poder- no cuenta ni siquiera con el apoyo y el respeto de los médicos cienfuegueros. Todo debido a un hecho ocurrido hace ya mucho tiempo tiempo atrás, cuando la aún estudiante de Medicina, Arelys Falcón Hernández, se encontraba en cuarto año de la carrera.

Un profesor le indicó que le diera por levín a un paciente un caldo de pollo, y luego continuó repartiendo instrucciones a otros estudiantes. Cual no sería la sorpresa de este profesor cuando, al voltearse, descubrió que la ahora Rectora de la Universidad de Ciencias Médicas en Cienfuegos, la misma que se atrevió a discutir la idoneidad de David Martínez Espinosa como profesor y docente en la Universidad, había conectado un levín gástrico a una cánula en vena, y por allí pretendía suministrarle al paciente enfermo e ingresado en una sala del hospital, ¡el caldo de pollo!

Dicho esto, ¿qué puede esperarse de ella y de otros funcionarios como esta Rectora? No mucho. Poco realmente. Más bien nada.

El futuro de Cuba en estos 62 años ha estado en manos de gente incompetente como esta rectora de la Universidad de Ciencias Médicas en Cienfuegos, que por poco un día mata un paciente, al pasarle un caldo de pollo por vía venosa.

nota: Meses después se confirmó que el paciente murió pocos días después debido a una trombo en venas.

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