Varias provincias en Cuba parecen ir camino a la «normalidad», con independencia de quién y cómo entienda que esta palabra califica para ser utilizada cuando se habla de Cuba.
¿Qué es lo normal en Cuba? ¿Los apagones? ¿La falta de alimentos? ¿Si? ¿No?
Lo «normal» a lo que nos referimos sería «esa Cuba» antes de la pandemia del coronavirus, por muy poco normal o anormal que fuesen algunas de las múltiples quejas que un cubano, o cientos de ellos, tuvieran – tuviésemos – con relación al modo en que las cosas funcionan o mal funcionan en el país.
Apagones a un lado,… el hecho de que Cuba reabrirá sus puertas a partir del 15 de noviembre; la apertura del aeropuerto holguinero Frank País al turismo canadiense a partir del 1ro de agosto; la reapertura en La Habana de establecimientos de comercio y de por ejemplo, las notarías y oficinas del Registro Civil en Cuba; junto a playas y restaurantes estatales, se unen a la disminución de casos por coronavirus en Cuba y de fallecidos por la misma causa.
¿Podemos hablar de normalidad entonces? Los cubanos quieren creer que sí.
El propio gobierno respalda esta reapertura de algunos servicios básicos teniendo en cuenta la mejora de la situación epidemiológica en varias provincias.
Por ejemplo, no solo han reabierto las oficinas de las Notarías, así como las del Registro Civil y de la Propiedad – de no poca importancia para cubanos como Alejandro, que quiere vender su casa para poder irse del país – sino que también, en La Habana, a partir de este martes, la capital cubana ampliará la movilidad de la gente y el transporte público hasta las 10 de la noche.
En Matanzas, este viernes, reabrieron 81 unidades gastronómicas que ofrecerán sus servicios hasta las 8:00 pm. Las playas también abrieron al público, otros lugares como parques y centros culturales, abrieron para las familias, además; aunque continúan prohibidas las fiestas y bailables, y por tal motivo las discotecas, bajo techos y cerradas en su mayoría, continuarán como hasta ahora.
La Ministra de Comercio Interior aseguró en comparecencia televisiva la semana pasada que «actuando con responsabilidad se pueden ir dando pasos para recuperar algunas actividades sociales, dada la afectación psicológica y económica que ha ocasionado la COVID-19, pues también hay trabajadores por cuenta propia que los ingresos dependían de sus negocios».
La decisión parece avalada por un hombre que, hace unos meses atrás era orgullo de millones de cubanos, y que luego, poco a poco, fue perdiendo popularidad: el doctor Francisco Durán García, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (MINSAP).
El funcionario dijo recientemente que territorios como Matanzas, La Habana, Cienfuegos, Ciego de Ávila, Santiago de Cuba, Guantánamo, Mayabeque y el Municipio Especial Isla de la Juventud mantienen una estabilidad epidemiológica y han reducido los reportes de casos, tras lo cual pudo sugerir que se reabrieran los servicios; aunque esta tarea queda en manos de las autoridades de los territorios, las del Partido Comunista de Cuba y los gobiernos, que son quienes evaluarán las condiciones in situ, que permitan la reapertura gradual de sus instalaciones. Entre ellas están las hoteleras. Y los aeropuertos.
Sin embargo, y aunque más de ocho millones de cubanos ya tienen una primera dosis de vacuna contra el coronavirus, el Dr. Durán pareció respaldar a aquellos que acusan a los cubanos de ser «indisciplinados» y sugirió que, si se abren los aeropuertos del país, a los viajeros cubanos se les mantenga la cuarentena.
¿Por qué los cubanos sí y los extranjeros no? Recientemente el Dr. Durán insistió en que los casos «importados» son los menos, y por ello defendió la «flexibilización» del protocolo con los ciudadanos extranjeros que lleguen de visita al país.
¿Por qué mantener la cuarentena obligatoria para los viajeros cubanos, más cuando ese requisito no se le va a exigir, a partir del 15 de noviembre, a los turistas que arriben al país?
Todo parece indicar que se trata de un criterio «de contacto». Mientras que la mayoría de los turistas rusos y canadienses, entre otros, que han estado vacacionando en Varadero y en los polos turísticos de los cayos han estado exento del aislamiento, este sí es obligatorio para todo cubano que arribe por los aeropuertos ubicados en esas zonas. ¿Por qué? La razón no dicha es esta: esos turistas se mantienen aislados dentro de sus hoteles, aunque usen áreas cómunes; mientras que los cubanos no se aíslan adecuadamente en sus hogares.
Parece una diferenciación muy apegada a la «normalidad» que durante años los mismos cubanos aceptamos. Los turistas extranjeros son una cosa; y los cubanos son otra.
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