Más de 2,000 trabajadores cubanos están perdiendo sus empleos cada mes en la industria alimentaria y la pesca, sectores críticos para la supervivencia en la isla. Esta alarmante cifra se debe principalmente a la falta de materias primas necesarias para mantener las operaciones de producción, un problema que se ha agudizado en los últimos tiempos y que ahora deja a miles sin un sustento seguro, en estas empresas estatales, y también en otras, porque el mal es generalizado.
La situación ha llegado a tal punto que la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) ha programado una conferencia para noviembre, donde el tema principal será el empleo y la búsqueda de soluciones alternativas. Así lo indicó el secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Industria Alimentaria y la Pesca (SNTIAP), Jorge Luis Fajardo Casas, al periódico oficial Trabajadores.
La crisis actual es tan profunda que incluso las estrategias pasadas de reasignar trabajadores a otras labores dentro de las empresas estatales ya no son viables debido a la universalidad de la escasez de recursos.
Varias empresas, incluidas las productoras de lácteos y aceites, están reportando pérdidas significativas debido a que están obligadas a comprar materias primas a precios de mercado mientras venden sus productos a precios fijos, lo que resulta en una situación insostenible.
Esta estructura ha llevado a una cadena de deudas entre empresas estatales y ha dejado a los trabajadores cubanos sin acceso a bonificaciones o pagos por rendimiento, exacerbando la crisis económica personal para miles de cubanos.
El salario mínimo en Cuba ya no es complementado efectivamente por servicios gratuitos o subsidiados, ya que estos programas también han sufrido debido a la crisis.
La situación ha llegado a un punto crítico, evidenciado por las protestas sociales que estallaron en julio de 2021. La falta de empleo, junto con la disminución de los servicios básicos, ha creado una atmósfera de desesperación y urgencia.
Farmacias sin medicamentos que tienen un administrador, una dependiente y dos custodios – ¿para custodiar qué? – y cafeterías sin productos con igual distribución de fuerza laboral, pululan por todo el territorio nacional.
A algunos incluso, en el colmo de la más pura idiotez socialista, les piden planes. ¡Y que los cumplan! Debido a eso es que vemos empresas gastronómicas vendiendo objetos fuera de su objetivo social.
Nayvis García, quien pidió no revelar donde trabaja ni en la provincia que reside, dijo que en su centro de trabajo pasaron «de vender croquetas y refrescos» a «escobas y cepillos», y que incluso, el pasado mes de mayo vendieron «cubetas de pintura».
«La administración ha comprado cosas que sabe son de rápido movimiento, o que les posibilita cumplir el plan de ventas, y lo ha hecho. Es una locura», dijo esta joven que está esperando el Parole Humanitario «para escapar de todo esto».
Se pudiera hablar entonces de que esto refleja una adaptabilidad forzada en el ámbito comercial debido a las circunstancias económicas actuales. Que el hecho de que los establecimientos que tradicionalmente ofrecían alimentos y bebidas hayan tenido que reinventar su modelo de negocio, orientándose hacia la venta de artículos para el hogar – por ejemplo – es apenas una transición como respuesta a la escasez de productos básicos; cuando en realidad tampoco es una estrategia para mantener a flote los negocios en un entorno de incertidumbre económica, pues las pérdidas son significativas.
Esta reinvención comercial, para muchos simpatizantes del sistema – cubanos y no – pone de manifiesto la resiliencia y la creatividad de los cubanos ante las adversidades, y hasta las interpretan como una necesidad de adaptarse para sobrevivir; algo que encaja muy bien en la llamada «resistencia creativa» a la que menudo alude el gobernante cubano Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez.
Sin embargo, esta situación ha llevado a una reflexión más profunda sobre el futuro del país y el bienestar de su gente, impulsando a algunos a buscar nuevas oportunidades fuera de sus fronteras. Cubanos que más que «resistir y vencer» – otro eslogan enarbolado años antes en la isla – luchan por la supervivencia económica.
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