Aunque cada país tiene sus peculiaridades hay algo en lo que casi todos los lugares del mundo coinciden: sus leyendas. Desde diferentes culturas estas historias y sus personajes se han asentado en cada rincón y transmitido de generación en generación.
Las leyendas han formado parte importante del imaginario de los pueblos y constituido uno de los elementos más arraigados de su cultura popular. Y por supuesto, Cuba no es la excepción.
A pesar de las diferencias geográficas, las leyendas más conocidas en Cuba van desde Oriente hasta Occidente, quizás variando su nombre, pero siempre manteniendo su esencia. Son pocos los cubanos que no han oído hablar de El Güije, la Luz de Yara, la Madre de Aguas, La llorona del río o El cagüeiro.
Sí es cierto que la mayoría de ellas provienen de pueblos o zonas más orientales, pero se han arraigado tanto en la isla que hasta en el Occidente se han apropiado de ellas y seguramente alguien ha “presenciado” algunas de sus fechorías.
Aquí vamos a mencionar las más conocidas, esas que empezaron contando las abuelas y que hoy seguramente muchos le están transmitiendo aún a los más pequeños.
El Güije
¿Quién no recuerda “El camino de los juglares”? Quizás esa sea la referencia más inmediata que tengan algunos de este llamativo personaje, aunque según cuenta la leyenda su aspecto y hábitos son muy diferentes al del simpático títere.
Este personaje vela por la tranquilidad del monte, lugar donde nació y desde donde observa y conoce todo lo que hacen los demás. Cuando alguien comete alguna maldad entrará en escena para castigar a los malhechores y puede ser muy cruel con sus castigos.
Sus lugares preferidos son las orillas de los ríos, desde donde se mantiene atento de su hábitat. Dicen que le encantan las mujeres bonitas y a todas las que se acercan las intenta conquistar, aunque sin éxito.
También cuentan que para capturar a un Güije hay que juntar a 12 hombres llamados Juan y justo a la medianoche ir al bosque para invocarlo dándole una docena de vueltas a una Ceiba. Hasta este momento ningún Juan ha logrado capturarlo.
La Luz de Yara
La leyenda de la Luz de Yara ha sido documentada por la literatura del siglo XIX, gracias a posibles relatos aborígenes del Oriente de la isla y, a diferencia de otras, su surgimiento tuvo lugar a raíz de un suceso histórico.
El origen data del año 1501, en Baracoa, la primera villa fundada por los españoles en Cuba. Precisamente allí fue condenado a morir en la hoguera el cacique Hatuey por oponerse y luchar contra los españoles que llegaron a conquistar su territorio.
La leyenda cuenta que mientras Hatuey ardía en la hoguera, su novia Yara se abrazó a su cuerpo ardiendo para mitigar el dolor de su amado. De ese abrazo salió un luz que se elevó en el cielo y que aún se encuentra rondando la zona.
La gritona de Seborucal
La leyenda de la gritona proviene del municipio de Remedios, en la provincia de Villa Clara, específicamente de un asentamiento llamado Seborucal que durante la época colonial fue duramente asediado por los piratas.
Según cuentan, una joven fue agredida sexualmente por los saqueadores, pero al resistirse ella, los hombres le desprendieron la cabeza con un sable. En el acto, el cuerpo de la mujer se levantó y se colocó la cabeza nuevamente sobre sus hombros.
En fechas determinadas La llorona recorre la zona, justo a las 12 de la noche, con su cabeza en la mano y dando gritos. Además, se dice que si alguien enfermo la escucha puede empeorar, las mujeres embarazadas perder sus criaturas, y aquellos que la miren directamente a los ojos caerán muertos al instante.
La Madre de Aguas
Esta es otra de las leyendas más fuertes de la isla y proviene desde los tiempos indígenas. Se trata de una serpiente mágica, un majá poderoso que se eleva como una sombra sobre la superficie de las aguas.
La Madre de Aguas no es una sirena, ni una diosa, ni un espíritu terrible que atrae a sus víctimas. A diferencia de otras leyendas cubanas, esta se trata de un enorme animal que nunca muere. No obstante, la leyenda varía en cuanto a su agresividad, ya que algunos cuentan que es totalmente dócil y otros que devora todo lo que encuentre a su paso.
En lo que sí todos coinciden es que vive en ríos y lagunas, lo cual resulta beneficioso porque mientras se encuentre en ellos el agua será abundante para los habitantes de esa zona.
La llorona del río
Cuentan que tras morir su esposo, una mujer fue al río más cercano a llorar su pérdida y de tanto sufrimiento quedó sin fuerzas y cayó al agua.
Desde entonces siempre se le ve a orillas de los ríos a lo largo de toda Cuba, generalmente durante la luna llena o en noches que suelen ser muy oscuras.
Según dicen, esta mujer emite asombrosos alaridos de dolor mientras llora desconsoladamente. Siempre con el rostro hacia abajo sus lágrimas se funden con las aguas de los ríos mientras grita por su esposo muerto.
El cagüeiro
El cagüeiro es una leyenda que proviene de la región oriental y se trata de un hombre que al verse perseguido por sus fechorías puede volverse invisible o convertirse en cualquier animal para no ser capturado.
En los tiempos en que surgió la leyenda se decía que mediante un ensalmo se transformaba en el animal que deseaba y así podía huir de la Guardia Rural, quien lo perseguía por robar, asaltar tiendas en los campos, y otras fechorías de ese estilo.
El jinete sin cabeza
Esta leyenda es quizás una de las más universales. En el caso de Cuba, entre una de sus muchas versiones, dicen que se trata de un soldado español que fue decapitado en plena batalla.
Cuentan que el hombre cabalga por los campos en un caballo negro y, aunque pocos aseguran que le falta la cabeza, la mayoría solo alcanza ver su uniforme hasta el cuello o no distingue su cabeza ni su rostro.
Su misterioso cabalgar se debe a que aún el soldado español se pasea por los campos buscando el sitio donde perdió su cabeza durante la guerra.
