Afirma el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel que el país no va a aceptar ni conformarse «con el número de casos y fallecidos diarios», pero en materia de engranar todos -todos- los mecanismos para que esto suceda se limitan a participar en reuniones del Grupo Temporal de Trabajo del Gobierno para el enfrentamiento a la epidemia. Reparten orientaciones y palos, reconocen que el sistema de salud del país está colapsado, aunque ellos lo dicen de otra manera: «que el país está al límite de sus capacidades».
No, no está «al límite». Ese límite ya se traspasó.
Díaz-Canel dijo ayer que «urge ser más eficientes en el enfrentamiento a la COVID-19,» pero ayer mismo una fuente dentro de un Ministerio de Cuba -que no revelo para proteger el informante- señaló a Cubacomenta que «el Ministro» le comunicó a un interesado que el país no está permitiendo en estos momentos la entrada de vuelos privados al territorio nacional. El interesado -que la fuente no nos dijo de quién se trataba- estaba haciendo gestiones para traer desde Europa 75 kilogramos de medicinas, en un vuelo privado que financiaría un amigo. Y le respondieron que no.
Desde hace varios meses, cinco para ser exactos, la activista cubana Masiel Rubio viene pidiendo una vía para entregar medicamentos en Cuba.
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Sin embargo, esa vía aún, tal y como ella pide -que no es nada del otro mundo- no se la han abierto. Por el contrario, se le ha cuestionado su «militancia política», sus enardecidos reclamos y críticas al ineficiente gobierno cubano; y hasta temen que en lo que envía «venga un virus».
A puro pecho -¡y ovarios, qué cará- Masiel ha podido mandar «de maleta en maleta», desde Madrid, una tonelada de medicamentos a la isla. A manos de personas, que en avalancha de mensajes que le envían a diario le hacen sus pedidos. Pudo enviar, además, 100 kilogramos de medicamento para sala de hospitales, al Faustino Pérez, de Matanzas, tras largas reuniones con el Centro Martin Luther King, de La Habana.
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La «activista» y profesora universitaria Mabel Cuesta, a través de un grupo de amigos en Miami ha logrado llevar a Cuba, incluso usando esta vía, Miami-Madrid-Madrid-Habana, más de 500 kilogramos de medicamentos. En la ciudad de Miami tiene en una especie de «almacén» que han montado en la sala de un colaborador del grupo otros 600 kilogramos de medicinas, listos para ser llevados a Cuba y repartidos en los barrios. Varios activistas que trabajan con Mabel tienen hecho un levantamiento de «necesidades», pero lo que Mabel necesita es otra cosa.
Lleva meses pidiéndole al gobierno cubano que en lugar de estar trayendo a Cuba a turistas rusos indisciplinados procedentes de un país donde apenas el 19% de la población ha sido vacunada contra el COVID-19, deje que la comunidad cubanoamericana residente en el condado de Miami-Dade, donde el por ciento de vacunados supera el 70%, pueda viajar a la isla con medicamentos, bajo estrictos protocolos sanitarios -carné de vacunación por delante y test de antígeno o PCR a la entrada a Cuba y antes de abordar el vuelo. Ello implica que Cuba vuelva a permitir más vuelos comerciales procedentes de Miami, en lugar del «uno por semana» que impera actualmente.
Díaz-Canel: Parole, parole
Tal parecería que la famosa canción que interpretaba la cantante Mina Mazzini le viene como anillo al dedo a Díaz-Canel.
De puras palabras vive el mandatario cubano, que según otro hablantín, el oficialista periódico Granma, «indicó incrementar la velocidad de vacunación»; y dijo además que «tenemos que estar inconformes con lo que está pasando».
Díaz-Canel además elogió la labor de los médicos, y alertó que «si no logramos más efectividad en ese trabajo de enfrentamiento y que por otro lado se cumplan las medidas de aislamiento y distanciamiento físico, no vamos a controlar la enfermedad».
«La gente está haciendo un esfuerzo tremendo en todos los lugares. Aquí hay personal médico que ha estado trabajando 24 horas seguidas durante días, casi sin descanso, y estructuras de gobierno que están a tiempo completo trabajando».
El mandatario precisa salir de esa nube y enfocarse en otros esfuerzos que en estos momentos practica la sociedad civil cubana; esa que se articula incluso fuera del país y que logra reunir kilos y kilos de medicamentos sin que a él, desde su cómoda silla en el Comité Central y con el Twitter en la mano, le de su reverendísima gana de ofrecerles una alternativa para que envíen esos medicamentos a la isla.
