«Mi hermano, aquí no hay ni pi….». Así, desde la turbia «tranquilidad» de Whatsapp escribe desde La Habana, Cuba, una amiga. Sí, hablábamos de la escasez que hay en Cuba.
Todo comenzó a raíz de una necesidad. Ella necesitaba una cosa y yo, desde la Florida, emigrado hace 11 años, recordaba los basureros cubanos.
La escasez de la que hace gala Cuba es tal, que otro amigo, ingeniero, está plenamente convencido de que la Central Termoeléctrica «Antonio Guiteras» de Matanzas se rompe repetidamente porque, los mejores ingenieros y técnicos, los que «antes» la reparaban y la reparación duraba seis meses y hasta más, ya se fueron del país.
«Hay escasez de cerebros. Y claro, de materiales para repararla también. Cuando llegue el verano, te cuento.»
La escasez de tantas cosas en la isla de Cuba es comidilla diaria. Y no porque un par de amistades lo digan desde allá.
Mientras el MINFAR reconocía a Arnaldo «Talismán» Rodríguez y a Virulo por su “apego a la Revolución” y por haber “mantenido en alto los principios y valores patrios”, y les otorgaba a ambos sendas réplicas del machete del Generalísimo Máximo Gómez – ¿cómo estará la casa donde vivió sus últimos días el Generalísimo?; porque en el 2018 estaba más que deteriorada – a un trabajador de la pesca en Cuba, por sus 25 años de destacada labor en el sector, le entregaban una escoba.
“Comparto esta alegría, reconocimiento y tan alta Distinción (…) con mi familia, los músicos de TALISMÁN, y todas las personas e instituciones que desde los inicios nos han respaldado en esta travesía por la cultura de nuestro país”, escribió en su muro de Facebook no el trabajador de la pesca, sino Arnaldo «Talismán» Rodríguez, con el machete en la mano.
La escasez, claro, ha generado raras iniciativas en Cuba, como en Santiago de Cuba, provincia donde hasta se crearon colas por sexo para comprar alimentos en un agromercado de esa ciudad.
Por su parte, las tiendas de las Cadenas Caribe y Cimex anunciaron un «cambio en el bullpen». Ahora los llamados «productos controlados», independientemente de su pago en MLC serán anotados en la libreta de abastecimiento, y será de obligatorio cumplimiento la presentación del carné de identidad.
Esta es la «última» de las medidas anunciadas por el gobierno de la capital, según ha sido anunciado este lunes.
Las medidas tienen el objetivo – asegura el oficialismo – de “hacer más viable la venta, lograr mayor equidad y por consiguiente disminuir la aglomeración de personas en los establecimientos”.
De igual modo, en el Centro Comercial de Cuatro Caminos solo podrán comprar los residentes en los municipios de Habana Vieja y Cerro; en el Carlos III, la población de Centro Habana y Plaza de la Revolución; y el Centro Comercial El Pedregal, estará abierto para quienes viven en La Lisa.
“Los grupos municipales organizarán su sistema de trabajo y de control, para ir aplicando cada medida y estableciendo el procedimiento para lograr el objetivo previsto”, indica la nota.
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Se trata de repartir la escasez con criterio de selectividad organizativo, según se vislumbra.
La escasez en la isla maldecida llega a tanto, que incluso ha traspasado las fronteras de lo gubernamental.
Parece cosa de risa, pero hasta la embajada de Panamá en La Habana parece haberse contagiado. En cuatro días laborables, allí solo se otorgaron 96 visas.
Por si fuera poco, han sido invadidos por el malsano virus del burocratismo lentus, ocasionándole así molestias a decenas de cubanos cada semana, que sin posibilidad alguna de reclamarle a nadie, porque ni siquiera el propio gobierno del país en que nacieron es capaz de respaldarlos legalmente, ven perder sus vuelos con escala en el Aeropuerto Internacional de Tocumen en Ciudad de Panamá.
En promedio, los servicios consulares de la sede diplomática solo otorgan 25 permisos de escala al día, cuando la realidad es que entre La Habana y Panamá hay tres vuelos diarios; cada uno con capacidad para 186 pasajeros.
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