La ineficiencia estatal sigue provocando pérdidas en la agricultura cubana, mientras las propias autoridades exigen a los campesinos mejorar sus producciones y repiten hasta el cansancio que las “63 medidas” aprobadas el pasado año podrían resolver la baja productividad.
Un agricultor de la occidental provincia de Artemisa denuncia a medios locales que “se están pudriendo más de 200 quintales debido a la demora de Acopio, que no me ha entregado ni una caja desde el inicio de la cosecha el 25 de diciembre”.
Citado por el periódico El Artemiseño, el agricultor usufructuario Humberto Martínez, explicó que la ineficiencia de la empresa estatal le provoca pérdidas económicas, porque el tomate ya está “demasiado maduro y solo puedo enviarlo a la industria, pero entonces cuesta la mitad del que va hacia el consumo”.
De acuerdo con el medio de prensa provincial, Martínez es uno de los mayores productores de la hortaliza en el territorio, con más de 20 años de experiencia además en la cosecha de cebolla, berenjena y otros cultivos.
El reporte añade que el destino principal de sus producciones de tomate es el Mercado Agropecuario Estatal de Artemisa, donde se aprovecha para elaborar salsa y vita nova.
El administrador de la entidad, Suhan Vega, explicó que pese no tener autorización para comercializar ese tipo de productos, logran disminuir las pérdidas e introducir valor agregado a los alimentos que empiezan a descomponerse en las áreas de venta.
Por otra parte, la Empresa Agropecuaria Artemisa acumula una deuda superior a los 20 millones con campesinos y proveedores según uno de sus directivos, Feliberto Pérez.
“Solo a la Empresa de Mercados de La Habana le quedan por pagar 28 millones”, aseguró Pérez, y advirtió que que esos impagos podrían comprometer el salario de los trabajadores.
Asimismo, la empresa debe 1.700.000 pesos al Grupo Empresarial de Logística (Gelma), lo que dificulta la adquisición de instrumentos de trabajo indispensables para las producciones, como las mencionadas cajas para transportar las cosechas.
En medio de una profunda crisis económica agudizada por la pandemia de COVID-19, las autoridades de la isla emprendieron una reforma monetaria y cambiaria que hasta el momento ha provocado impactos negativos en la agricultura, inflación y deterioro de las condiciones de vida de los cubanos.
El sector industrial del café en Cuba registró pérdidas de más de 500 millones de pesos a causa del desajuste provocado en los precios por la Tarea Ordenamiento, reveló el periódico de Artemisa a finales de enero.
Entre tanto, el gobierno que preside Miguel Díaz-Canel invierte cada vez más en el sector del turismo, sobre todo hoteles de lujo, en detrimento de la producción nacional de alimentos a la que destina un partida del presupuesto estatal menor cada año.
En opinión del destacado economista cubano Pedro Monreal, “la demora en corregir la deformada estructura sectorial de la inversión nacional es una de las principales insuficiencias de la política económica de Cuba”.
