Casi habían perdido las esperanzas, pero el Parole finalmente les hizo el guiño

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La esperanza, ese fino hilo que a veces parece a punto de romperse, se ha fortalecido para muchas familias cubanas que, contra todo pronóstico, han visto cómo el programa de parole humanitario de Estados Unidos les ha abierto sus puertas. Tras meses de incertidumbre y una espera que parecía interminable, el sueño del reencuentro se ha materializado, brindando un final feliz a historias marcadas por la separación y la ansiedad.

En el Aeropuerto de Miami, rostros ansiosos se transformaron en sonrisas y lágrimas de alegría cuando, uno tras otro, los cubanos que habían aplicado al programa comenzaron a llegar.

«Habíamos perdido las esperanzas, pero gracias a Dios todo salió bien», expresó un ciudadano que aguardaba la llegada de su suegra, cuya solicitud presentada en enero no fue aprobada hasta septiembre.

Este es solo uno de los muchos testimonios recogidos por el periodista de Univision, Javier Díaz, que reflejan el alivio y la felicidad de los beneficiados por el programa.

Otro caso conmovedor es el de una niña de ocho años, cuya madre llevaba cinco años sin verla. El parole, solicitado en agosto y aprobado en octubre, les ha dado la posibilidad de reunirse en «este bello país», como lo describió el padrastro de la menor. Estas historias son un claro mensaje de esperanza para aquellos que aún aguardan: «Que no se desesperen, que este bello país va a traer a todos los que tengan la posibilidad de venir».

La eficacia del programa se refleja en las cifras: más de 52,000 cubanos recibieron autorización para viajar a Estados Unidos desde enero hasta septiembre, según el Departamento de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP). De ellos, 50,185 ya han pisado suelo estadounidense. Y aunque los cubanos ocupan el tercer lugar en cuanto a permisos concedidos, detrás de haitianos y venezolanos, su gratitud es inmensa.

El proceso de aprobación del parole no garantiza automáticamente la entrada al país; las autoridades de CBP tienen la última palabra. Sin embargo, en mayo, el gobierno estadounidense introdujo cambios en el proceso de selección, combinando la aprobación aleatoria con la atención a casos con mayor tiempo de espera, una luz de esperanza para aquellos que aún aguardan con paciencia.

A pesar de la orden judicial emitida el 31 de agosto que posterga la decisión sobre la permanencia de este programa hasta finales de año, la comunidad cubana celebra cada aprobación como una victoria, un guiño del destino que les permite empezar de nuevo, llenos de esperanzas y sueños en la tierra de la libertad.

Otros, aún están en camino.

Esperanza en Movimiento: La Caravana de Migrantes y el Parole Humanitario

Mientras algunas familias cubanas celebran la llegada de sus seres queridos a Estados Unidos gracias al programa de parole humanitario, miles de migrantes de diversas nacionalidades, incluyendo cubanos, venezolanos, haitianos y centroamericanos, se encuentran en un limbo en el sur de México, con la esperanza de un futuro mejor. La más grande caravana de este año, que cuenta con hasta siete mil almas, se ha detenido en Huixtla, Chiapas, a unos 280 kilómetros al norte de Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala. Esta caravana, una de las pocas que no ha sido dispersada rápidamente, representa la desesperación y la esperanza de miles que buscan una vida mejor.

El padre Heyman Vázquez, de la iglesia de San Andrés Apóstol, pidió al Gobierno mexicano que «abra su corazón» y otorgue los documentos necesarios para que los migrantes puedan continuar su viaje.

La conexión entre los migrantes que ya han llegado a Estados Unidos y aquellos que están en camino es palpable. Mientras unos celebran el éxito de un sistema que les ha permitido reunirse con sus familias, otros aún esperan en la incertidumbre, pero con la esperanza de que se les permita seguir adelante.

La caravana en Chiapas y los recién llegados a Miami comparten el mismo sueño: la búsqueda de seguridad, oportunidad y reunificación familiar. Son dos caras de la misma moneda, representando la compleja y a menudo dolorosa realidad de la migración.

En común tienen, además, la esperanza; ese aliento que permanece como la fuerza motriz que impulsa a todas estas personas hacia adelante, hacia un futuro que desean fervientemente sea lleno de posibilidades y nuevas oportunidades.

Unos esperan y se desesperan, meses, desde Cuba. Otros, sin la oportunidad en la mano de que alguien les ponga el Parole, prefieren aventurarse en una costosa travesía que, a algunos, les ha costado hasta la vida.

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