Otto Rivero, ex Jefe de la Batalla de Ideas, destituido de su cargo por corrupción e ineficiencias demostradas, ha resurgido de su cargo como Jefe de Luces en el Gran Teatro de La Habana, y hasta ha compartido en su perfil de Facebook – ya no está, lo ha eliminado – un artículo de Cubanet donde se habla del asunto relacionado con la presentación hecha en la gala inaugural del Festival del Nuevo Cinelatinoamericano por la actriz y conductora Andrea Doimeadiós.
A Otto Rivero se le ocurrió nada más y nada menos que «relanzar» su carrera política – si es que eso existe y en su caso es posible – a costa de la joven Andrea, que no hizo otra cosa que darle un poco de vida a las sosas galas de inauguración del Festival, con algún que otro chiste BASADO EN HECHOS REALES, que a la tropa de «extremistas nobles» – como Otto – no les cayó nada bien.
Pero, ¿qué dijo Otto?
Dijo que lo dicho por la joven actriz «es muy grave». La llamó «irrespetuosa, desafiante, y poco consecuente con los Patriotas y Revolucionarios».
A continuación dijo que hechos como este no pueden ser permitidos por la Revolución; y pidió que actuasen enérgicamente contra la joven.
Luego mencionó a Alfredo Guevara, el fundador y director del ICAIC por muchísimos años; artífice indiscutible del cine cubano y de los Festivales del Nuevo Cinel Latinoamericano y dijo que este «jamás le hubiese fallado a Fidel»; cosa que sí hizo él, Otto Rivero, cuando firmaba en los restaurantes en divisa en La Habana a nombre de la «Batalla de Ideas», e iba con una jabita de nylon a estos para llevarse comida para su casa; además de pagarse alojamientos en distintos lugares del país y firmar vales por sabe Dios cuántos litros de gasolina.
Sí, el destituido por corrupción Otto Rivero, «recuperó su memoria revolucionaria» y quiso encontrar en Andrea Doimeadios, de quien dice tiene un «rostro angelical», el chivo expiatorio para hacerle saber a la gente que está vivo. Y que tiene perfil de Facebook.
La mejor prueba de lo mal que está Otto Rivero es que, de los cientos de comentarios que recibió, más del 90% – tal vez más – era criticándole su oportunismo.
Mientras lo desnudaban moralmente, le recordaban que él no era nadie para hablar de «revolucionarios» y de Fidel Castro, pues precisamente él fue destituido por corrupto y por traicionar «el legado de Fidel»; que es como decir que de revolucionario él no tenía nada. Ni tiene.
Lamentablemente, ya los comentarios no existen porque Otto, al parecer «arrepentido», borró la publicación.
No pudo «sostener su verdad» una actitud, ya lo decíamos, muy poco «revolucionaria» de su parte.
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