Cuando Yotuel Romero apareció en septiembre pasado tras los fogones de Masterchef, el talent de cocina más exigente del planeta y el más visto no solo en España, sino probablemente en el mundo entero; parecía enfocar su gran momento mediático hacia dos horizontes: primero a reforzar su activismo contra el gobierno cubano y segundo a remarcar la ya conocida carrera en solitario que había decidido emprender ya separado de Orishas.
Mientras esto sucedía y su sólida cuenta de Instagram no paraba de crecer, las de sus antiguos compañeros, los otros Orishas, se mantenía más a la sombra.
El Ruzzo, Hiram Riverí, seguía compartiendo como hasta hoy lo que en materia musical independiente se encarga de gestionar, alejado de las presentaciones en vivo. Mientras que Roldán Romero mantenía la discreción de su perfil privado.
Uno en Madrid, el otro en Milán y el último en París, los Orishas siguen siendo el grupo insignia del hip hop cubano, la gente pide verlos en vivo y sus canciones se escuchan donde sea, dentro y fuera de Cuba, aunque sus integrantes ya no funcionen de la misma manera.
Después que Patria y vida alcanzara el automático carácter de himno para el movimiento de protesta social contra el gobierno de la isla, aparecía Cuba, de Ruzzo y Roldán, una canción que molestaría a los adeptos del tema de Yotuel.
No tardarían mucho las críticas y rápidamente el influencer cubano Alexander Otaola se encargó de difundir un supuesto enfrentamiento entre ambas composiciones, algo que ponía en evidencia la aparente división de bandos. Uno contra el gobierno y los otros, contra el embargo que los justifica, se comentaba en las redes. El fin de Orishas ya se conocía, desde enero de 2021 tras haberlo asegurado Yotuel con todas las letras, y si bien no dejaba cerrada la posibilidad de un futuro reencuentro, con esas noticias a leguas se notaba que las cosas no iban bien.
En efecto, unos meses más tarde, estallaba la guerra Ruzzo y Roldán vs Yotuel. Un manjar del sensacionalismo. La historia ha demostrado que todo grupo famoso ha vivido momentos de alta tensión entre sus integrantes, al menos en algún momento de su carrera. Los cubanos no iban a ser la excepción. Mientras uno utilizaba el nombre del grupo para sustentar aún más la campaña de Patria y Vida, los otros se metían al estudio para grabar un nuevo disco cuyo crédito sería también el de Orishas.
En este dime que te diré han pasado los meses, cada cual tirando de su lado, con demanda por un millón de dólares incluida, reclamo por los derechos de las composiciones del grupo para la película Fast and Furious 8 y una guerra fría entre los músicos que antes saborearon juntos la fama y que a pesar de sus proyectos independientes no consiguen separarse del precedente dejado por Orishas.
Por el momento la rivalidad ha dejado de verse reflejada en los medios y ha pasado a manos de managers, productores y abogados. Tampoco los músicos han hecho declaraciones abiertas en sus redes sociales. Ha primado el respeto, pero no deja de ser cierto que la idea de volver a escuchar el “yo nací Orishas” de los tres cantantes, se vuelve cada vez más utópico.
El grupo ha sido adorado como pocos por los cubanos dentro y fuera de la Isla. Sus aportes a la escena del hip hop cubano son conocidos y sus seguidores siempre estuvieron al tanto de sus triunfos en los escenarios mundiales tras salir de Cuba. Su último concierto en Cuba fue en el año 2018, cuando le pusieron cierre al festival Havana World Music.
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