Papa Francisco hace un llamado a la esperanza en Homilía

Havana
algo de nubes
26.2 ° C
26.2 °
25.9 °
57 %
9.3kmh
20 %
Sáb
30 °
Dom
30 °
Lun
30 °
Mar
31 °
Mié
26 °

“Para adorar al Señor es necesario ante todo ʽlevantar la vistaʼ, es decir, no dejarse atrapar por los fantasmas interiores que apagan la esperanza, y no hacer de los problemas y las dificultades el centro de nuestra existencia. Eso no significa que neguemos la realidad, fingiendo o creyendo que todo está bien”, declaró el Papa Francisco en la Homilía leída durante Misa por la Solemnidad de la Epifanía celebrada este 6 de enero en la Basílica de San Pedro en Roma.

El líder de la Iglesia Católica concentró sus palabras en un llamado al redescubrimiento de Dios a través de su adoración, que “no es fácil, no es un hecho inmediato: exige una cierta madurez espiritual, y es el punto de llegada de un camino interior, a veces largo. La actitud de adorar a Dios no es espontánea en nosotros. Sí, el ser humano necesita adorar, pero corre el riesgo de equivocar el objetivo”, señaló el Sumo Pontífice, alertando luego que en “nuestra época es particularmente necesario que, tanto individual como comunitariamente, dediquemos más tiempo a la adoración, aprendiendo a contemplar al Señor cada vez mejor. Se ha perdido un poco el sentido de la oración de adoración, debemos recuperarlo, ya sea comunitariamente como también en la propia vida espiritual”.

El Papa Francisco llamó a ponerse en la “escuela” de los Reyes Magos que según el Evangelio arribaron a Belén para adorar al recién nacido Jesucristo, “para aprender de ellos algunas enseñanzas útiles” para adorar de una manera más sincera y orgánica a Dios, lejos de la hipocresía, la frivolidad y la mendacidad.

Subrayó tres expresiones, claves a su criterio para “entender qué significa ser adoradores del Señor”: “levantar la vista”, “ponerse en camino” y “ver”.

Levantar la vista es “una invitación a dejar de lado el cansancio y las quejas, a salir de las limitaciones de una perspectiva estrecha, a liberarse de la dictadura del propio yo, siempre inclinado a replegarse sobre sí mismo y sus propias preocupaciones”, explica en la Homilía, invitando a “mirar de un modo nuevo los problemas y las angustias, sabiendo que el Señor conoce nuestras situaciones difíciles, escucha atentamente nuestras súplicas y no es indiferente a las lágrimas que derramamos”, afirmó.

Francisco marcó las diferencias entre la alegría mundana y la del creyente sincero, definiendo que la primera “se basa en la posesión de bienes, en el éxito y en otras cosas por el estilo, siempre con el ʽyoʼ al centro.  La alegría del discípulo de Cristo, en cambio, tiene su fundamento en la fidelidad de Dios, cuyas promesas nunca fallan, a pesar de las situaciones de crisis en las que podamos encontrarnos”.

La segunda expresión, ponerse en camino habla de conseguir, a través del viaje “una trasformación, un cambio. Después del viaje ya no somos como antes. En el que ha realizado un camino siempre hay algo nuevo: sus conocimientos se han ampliado, ha visto personas y cosas nuevas, ha experimentado el fortalecimiento de su voluntad al enfrentar las dificultades y los riesgos del trayecto. No se llega a adorar al Señor sin pasar antes a través de la maduración interior que nos da el ponernos en camino.

Para el Sumo Pontífice, “ver”, el tercer paso, es descubrir lo que hay “más allá del velo de lo visible, que frecuentemente se revela engañoso. Herodes y los notables de Jerusalén representan la mundanidad, perennemente esclava de la apariencia. Ven pero no saben mirar ―no digo que no crean, sería demasiado― pero no saben mirar porque su capacidad es esclava de la apariencia y en busca de entretenimiento”. Pues los Reyes Magos, al llegar al pesebre donde estaba la Sagrada Familia, vieron “a un niño pobre con su madre. Y sin embargo estos sabios, llegados desde países lejanos, supieron trascender aquella escena tan humilde y corriente, reconociendo en aquel Niño la presencia de un soberano. Es decir, fueron capaces de “ver” más allá de la apariencia. Arrodillándose ante el Niño nacido en Belén, expresaron una adoración que era sobre todo interior: abrir los cofres que llevaban como regalo fue signo del ofrecimiento de sus corazones”.

El Papa Francisco refrendó que, como ese niño acunado en un pesebre, “el Señor está en la humildad, el Señor es como aquel niño humilde, que huye de la ostentación, que es el resultado de la mundanidad. Este modo de ʽverʼ que trasciende lo visible, hace que nosotros adoremos al Señor, a menudo escondido en las situaciones sencillas, en las personas humildes y marginales. Se trata pues de una mirada que, sin dejarse deslumbrar por los fuegos artificiales del exhibicionismo, busca en cada ocasión lo que no es fugaz, busca al Señor”.

¿Quieres reportar algo?

Envía tu información a: [email protected]

Lo más leído

Quizás te interese

Envíos a CUBA desde → $1.89 x LBENVÍA AQUÍ
+