Una joven migrante cubana de 25 años pereció ahogada al intentar cruzar el río Bravo, barrera geográfica que separa a México de los Estados Unidos. Para muchos cubanos es tan solo un hilo de agua que los separa de alcanzar la ansiada libertad que nunca pudieron disfrutar en Cuba.
Le llaman «el sueño americano», y en búsqueda de este venía esta joven migrante cubana que había salido de la isla en el 2019 con destino a Uruguay, alentada por las facilidades migratorias que el país latinoamericano ofrecía en aquel momento a los migrantes cubanos, pero que finalmente decidió emprender el largo camino de muchos de sus coterráneos.
A través de 11 naciones, y luego de cruzar varias selvas y caminar sin descanso entre montes, cruzando por lugares inhóspitos, tan inhóspitos y peligrosos como la considerada una de las selvas más peligrosas del mundo, la del Darién en Panamá, esta joven migrante cubana llegó finalmente a la frontera con Estados Unidos, y murió ahogada a tan solo unos metros de ella. A tan solo unos metros de la ansiada libertad.
Su nombre es Jill Leyva Toledano, de 25 años, y según informó al portal Cibercuba Noticias una amiga de la joven migrante cubana, esta murió al intentar el cruce del peligroso río Bravo, un caudal de aguas traicioneras que separa la frontera de México con Estados Unidos. Un lugar que ha sido el calvario y la muerte de no pocos migrantes que se aventuran a cruzarlo y terminan arrastrados por sus aguas.
Según el testimonio de la amiga de la víctima, Jill Leyva Toledano era natural de Guantánamo.
Su cadáver fue hallado el pasado 22 de septiembre en las márgenes del río. Ahora se encuentra a la espera de ser identificado. Un amigo del padre de la víctima viajaría al lugar, para proceder a la identificación en nombre del padre y proceder con los trámites de rigor.
La joven migrante cubana había llegado al DF la pasada semana.
Jill Leyva Toledano se convierte en una víctima más del gobierno cubano, aunque para muchos será una de los tantos cubanos que han perdido la vida intentando cruzar el peligroso río que divide México de Estados Unidos. Y una más en la lista, más extensa aún, de cubanos que mueren intentando llegar a los Estados Unidos.
Algunos han muerto cruzando el río Bravo. Otros intentando bordear, por el mar, en Tijuana, la valla que separa el territorio mexicano del estadounidense.
Otros han muerto en la selva de Colombia. No pocos intentando el cruce de la selva del Darién en la frontera colombo-panameña; y los más son aquellos que -en rústicas o no tan rústicas embarcaciones- se aventuran a cruzar las 90 millas náuticas que separan las costas de Cuba de las de Cayo Hueso, en la Florida.
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