En Cuba, una pequeña comunidad de técnicos no oficiales de Apple ha surgido como un recurso muy buscado tanto por locales como por extranjeros, señala en un interesante artículo Rest of The World, titulado «The Genius Bar in a country where iPhones can’t legally be sold».
En el artículo se concluye que, a pesar del embargo estadounidense y las restricciones a la importación de productos y repuestos de Apple, estos técnicos dentro de Cuba han encontrado formas creativas de reparar y mantener iPhones y MacBooks, y encabeza la nota reseñando la historia de uno de estos técnicos, Ángel García Padrón, quien incluso pudo reparar un MacBook que quedó sumergida por el agua, en La Habana.
La reparación hecha por este «mago» cubano fue tal, que hasta un punto oficial de una Apple Store en Berlín no pudo detectar ningún daño por agua.
El texto añade que aunque Estados Unidos alivió algunas restricciones sobre los productos Apple que iban a Cuba en 2015, obtener y mantener estos dispositivos sigue siendo un desafío en la isla; un país más que conocido en el mundo entero por la inventiva de su gente. Si logran viajar 90 millas en un artefacto que se sostiene flotando sobre el agua más gracias a la bondad de Dios que a las leyes de la física, ¿cómo no se puede lograr reparar una computadora?
No obstante, hay que reconocer que en Cuba es difícil conseguir piezas de repuesto, y acceder a actualizaciones cuando las direcciones IP cubanas están bloqueadas, señala el texto.
Sin embargo, nada de eso parece golpear de manera definitoria a técnicos como García Padrón, el «mago» cubano que logró reparar una computadora que quedó bajo agua. Gente como él, señala el texto, se han convertido en expertos en soluciones alternativas, como el uso de VPN para ocultar la ubicación de un dispositivo en Cuba.
El texto reseña las «proezas» de Orlando Gutiérrez, otro técnico – «mago» – cubano, quien abrió su propio taller de reparación de iPhone en 2011.
Sobre este, dice Rest of The World, que ha reparado teléfonos para la élite cubana, incluidas celebridades locales que pueden permitirse viajar al extranjero para comprar dispositivos Apple.
Estos técnicos, señala el artículo, también han desarrollado estrategias para crear ID de Apple, que requieren un número de teléfono extranjero para la autenticación de dos factores, mediante el uso de sitios web gratuitos como TextNow.
El interesante informe periodístico concluye que la ausencia de tiendas oficiales de Apple en Cuba ha dado lugar a un ecosistema impulsado por la comunidad que depende de proveedores no oficiales y una red de personas que pueden viajar al extranjero en busca de piezas de hardware. A pesar de los desafíos, estos técnicos han construido negocios sostenibles y una base de clientes leales, incluso frente a las limitaciones en su capacidad para importar equipos y piezas de repuesto, señala.
Sin embargo, la verdadera conclusión y enseñanza del texto usado como referencia para esta nota es una e irreductiblemente cierta: los técnicos cubanos de Apple se han convertido en maestros del ingenio, convirtiendo las limitaciones en oportunidades y brindando servicios valiosos en un país donde los productos Apple no pueden venderse legalmente.
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