La pregunta en su esencia es arcaica. O no. Porque si bien, la sociedad cubana ha evolucionado hacia la aceptación y se han eliminado muestras de discriminación por identidad de género entre otros lastres, todavía perduran profundos síntomas de discriminación y exclusión en este país tradicionalmente machista.
Hace muy pocos años no era la norma que los padres aceptaran sin conflictos internos a un hijo gay o una hija lesbiana. La vida se les podía poner de cabeza tras escuchar la declaración de sus hijos sobre la identidad sexual de o con la noticia de que “salieron del closet”, como se dice popularmente.
Equiparar el presente de la sociedad cubana a lo que fue años atrás es un absurdo absoluto. Lo cierto es que no son pocos los núcleos familiares que se vienen abajo con la noticia de que la preferencia sexual de los hijos no era la que esperaba su familia. Por lo que se impone hoy todavía una pregunta ¿Usted aceptaría a su hijo con una presencia sexual distinta a la norma? ¿Le costaría trabajo asumirlo?
Ya sabemos que las respuestas pueden variar considerablemente pero en este punto son dignos de admiración los padres cubanos que, en medio de su contexto, no han tenido mayores conflictos con sus hijos por su identidad sexual. Sobre todo merecen respeto y admiración las personas que declaran sus preferencias de género sin temor en un país donde incluso han llegado a asesinar a personas porque su apariencia o sus intereses sexuales no encajan en la norma hetero establecida desde hace décadas.
Ya sabemos todo lo que sufrieron los homosexuales al inicio de la llamada revolución cubana. Ya sabemos que fueron recluidos en prisiones, en las tristemente famosas Umap y que incluso los obligaron a irse por el Mariel durante el éxodo de los 80.
En Cuba, no es menos cierto, nunca fue fácil salirse de la norma sin sufrir represión o exclusión. Lo mismo sucedió con los religiosos, los rockeros, las personas con un pensamiento político distinto. Para ellos solo hubo exclusión. Ese tratamiento desde el poder no ha sucumbido totalmente aunque cambien los sectores objetivo de exclusión y podríamos incluso decir que se ha incrementado en los últimos años especialmente en la cultura cuando florecen propuestas divergentes a los intereses. Pero detrás de cada exclusión hay una persona que declara abiertamente lo que es y ese grito no es más que un grito de libertad.
En Cuba hoy hay una comunidad LGBT que cobra fuerza y ha apoyado medidas gubernamentales como la aprobación del matrimonio igualitario. Sin odios, sin rencores pero sí con la observancia del respeto hacia los miembros de esta comunidad y el cumplimiento de la ley.
Decir que se ha avanzado en la isla a la misma velocidad de otros países como España, por solo poner un ejemplo, sería faltar a la verdad. No obstante, ha habido avances que han costado sudor, sangre y lágrimas pero no, aún no es suficiente.
En la isla perduran los padres o las familias que reniegan de sus hijos por sus preferencias sexuales, que no los dejan tener una vida digna junto a sus parejas en su hogar o los expulsan de la seguridad de su entorno familiar.
Cada persona podrá tener sus ejemplos tanto para bien o para mal. Lo que sí debemos es reflexionar sobre los sentimientos que pueden aflorar cuando un hijo tiene la confianza y la valentía de hablarnos sin tapujo sobre su condición sexual, reciprocar su gesto de amor filial con todo el apoyo que merece para llevar su vida con dignidad en una sociedad que todavía es adversa.
